Filipinas, uno de los países que más sufre los efectos del calentamiento global, espera con impaciencia que la Cumbre Mundial de Cambio Climático (COP21) que se lleva a cabo en París concluya con un acuerdo.
“Este es un momento decisivo en nuestra historia. El acuerdo esencialmente definiría el futuro de la humanidad y de nuestro planeta”, dijo Emmanuel de Guzman, jefe de la Comisión para el Cambio Climático de Filipinas que participará en la reunión.
Filipinas es el cuarto país del mundo que más desastres naturales ha sufrido en los últimos 20 años, apunta un estudio publicado recientemente por la Oficina para la Reducción de Riesgo de Desastres de la ONU (UNISDR, por sus siglas en inglés).
Desde 1995 a 2015, el archipiélago filipino se ha visto azotado por un total de 274 desastres naturales que han afectado a unas 130 millones de personas, un 90 por ciento de ellos relacionados con el clima, según el informe.
El UNISDR subraya asimismo que “los desastres naturales climatológicos cada vez son más frecuentes”, y en la última década se han incrementado en un 14 por ciento en relación al periodo de 1995 a 2004, un fenómeno que los expertos relacionan directamente con el aumento global de la temperatura.
“Con el ascenso de las temperaturas, los océanos también se han calentado, con lo cual hay más tifones y de mayor intensidad, y Filipinas está justo al lado del Pacífico por lo que estamos sufriendo las consecuencias de forma muy directa”, comenta a Efe Anna Abad, representante de Greenpeace en Filipinas.
Uno de estos tifones fue el Haiyan, una de las tormentas más violentas en tocar tierra y que causó en Filipinas 6,300 muertos, más de 1,000 desaparecidos y 11 millones de damnificados, muchos de los cuales aun están reconstruyendo sus vidas dos años después.
“Encima este año por otra parte tenemos sequía, o sea que en Filipinas el que no se ve afectado por un tifón se ve afectado por la falta de lluvias”, señaló Abad, que también formará parte de la delegación filipina de más de 50 personas que acudirá al COP 21.
Ante los pronunciados efectos que está sufriendo Filipinas frente al cambio climático, el país no solo exige que todas las naciones lleguen a un acuerdo este año para reducir la emisión de gases contaminantes, sino que también se compromete a minimizar los suyos.
“El problema del cambio climático es complicado porque los gases nocivos no tienen pasaportes ni visados, y al final afectan a los países más vulnerables. Es por eso que tiene que haber un compromiso internacional”, explica la portavoz de Greenpeace.
Pese a que Filipinas sólo representa el 0,25 por ciento de las emisiones de carbono del mundo, el país asiático quiere ser un ejemplo para las naciones que más gases nocivos producen.
Por eso, la comisión filipina presentará durante el COP 21 una propuesta para reducir en un 70 por ciento sus gases contaminantes para 2030.
Advierte, sin embargo, que aun es un país en vías de desarrollo, y que a cambio de su compromiso necesitará ayuda económica y tecnológica para transformarse en una nación de energías limpias y renovables.
Otra de las iniciativas de Filipinas para luchar por la reducción de los gases de efecto invernadero en el mundo es el caso presentado el pasado 22 de septiembre ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU para que se investigue la responsabilidad que tienen en el cambio climático 50 de las empresas que más contaminación producen.
“Países como Filipinas al final son los que se están llevando lo peor del cambio climático, y en realidad en última instancia esto acaba afectando a los derechos humanos de los filipinos”, explica Abad.
“Está claro que los desastres naturales causados por el cambio climático tienen un impacto en el derecho a una vivienda, porque cada tifón la gente pierde sus casas, no tienen acceso a agua y comida, pierden a sus familiares…”, agrega.
El caso, que afectaría sobre todo a petroleras como Chevron, ExxonMobil, BP o Shell, fue presentado ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU por 12 organizaciones y más de 1,200 filipinos afectados por desastres naturales.
Fuente: El Diario de Yucatán