Basta mirar los ríos donde flotan los peces muertos por la contaminación, las playas y los mares colmados de plásticos o la acumulación de sustancias nocivas en el aire de algunos puntos del planeta, para saber que el Medio Ambiente es víctima de las acciones imprudentes y egoístas del hombre. Pero hay mucho más que eso.
Desde los agro tóxicos que terminan en el plato y en la basura de los habitantes de países que supuestamente los combaten, hasta las intoxicaciones por metales pesados de las que son víctimas miles de personas al año, existe una contaminación silenciosa e invisible a la que nadie parece querer enfrentarse.
El mercurio asesino El Mercurio (de símbolo químico Hg) es sin dudas el metal tóxico más peligroso ya que al ser volátil es posible que se encuentre presente en el aire y sea absorbido por inhalación; sus principales consecuencias son: temblores en las manos, depresiones leves, entumecimiento, pies y manos fríos, perturbaciones del sueño, pérdida de memoria, fatiga, colesterol alto y problemas de las articulaciones.
El mercurio tiene varias fuentes de procedencia: el pescado (por la contaminación del Medio Ambiente marino y de los ríos), los insecticidas (que contienen invariablemente un par de metales pesados que se “cuelan” en la cadena alimenticia), el agua, los medicamentos que regulan la hipertensión y las vacunas antitetánicas, los gases de los coches y las amalgamas dentales (compuestas en un 50 % por Mercurio).
Los agro tóxicos Durante años nos han ocultado la realidad de lo peligrosos que resultan estos plaguicidas y herbicidas, que se usan habitualmente en muchas partes del mundo y hay lugares en los que aun sabiendo el grado de toxicidad que poseen, los siguen empleando por un tema de costo – beneficio.
Y lo peor es que si bien en ciertos países el control es exhaustivo en cuanto al uso de dichos elementos porque se ha comprobado que una gran parte de ellos son cancerígenos y con el fin de no perjudicar más el Medio Ambiente, al importar productos de otros lugares, donde las leyes son más laxas o simplemente no existen, estos elementos terminan siendo uno más de los agresores invisibles de la población del planeta.
El caso de la nieve tóxica En Groenlandia, que apenas está industrializada, los niveles de contaminación se dispararon de tal forma, que los científicos daneses salieron a buscar el origen de los químicos que caían del cielo junto con los copos de nieve y se encontraron con una serie de sorpresas.
Comprobaron con pasmo que en Tanzania y en Uganda, se sigue fumigando el mosquito de la malaria con DDT, aunque el uso, producción y comercialización de esta sustancia o de productos que la contengan, está completamente prohibida desde 1972. También pudieron corroborar que la corrupción en Uganda está tan generalizada que el responsable de salud Dr. Meyers Lugemiwa, que declaró que efectivamente estaban usando este plaguicida, fue encarcelado por sus dichos e inmediatamente liberado y absuelto. En India se encontraron con que los controles de contaminación del aire No existen, pero que la población no quiere saber nada del Medio Ambiente, porque solo les interesan sus puestos de trabajo. Son obreros analfabetos que se escudan en aquello de que “si no lo veo, no existe”.
La plumbosis o saturnismo Es la intoxicación crónica que se produce a causa de la bio-acumulación del Plomo y suele provocar anemia en las etapas de contaminación, pero cuando se hace crónico aparecen puntos en la retina, palidez, sabor metálico y los llamados Ribetes de Burton, unas líneas oscuras en las encías. Se ha comprobado que siguen existiendo sellados de latas con plomo (una práctica prohibida por la OMS) en muchos países del mundo, así como el uso de carbonato y el cromato de plomo como ingredientes de pinturas de exterior e interior.
La loza vidriada contiene grandes cantidades de este metal pesado que contaminan a quienes las manipulan. Y existen infinidad de ríos en los que se siguen vertiendo detritus con altos contenidos plúmbicos que pasan a incrementar el daño al Medio Ambiente, ya que son ingeridos o absorbidos por la fauna, por las plantas o por los seres humanos que no tienen acceso a aguas de alta potabilización. Una reflexión final Lamentablemente hacer un análisis químico de cada bocado que nos disponemos a ingerir, del agua que bebemos o del aire que respiramos, no solo es impensable, sino inviable.
Pero en realidad hay muchísimos elementos que no deberían estar presentes en nuestros alimentos, ni en el agua o el aire y por desgracia es imposible saber qué es lo que en realidad nos estamos metiendo como se dice coloquialmente: “entre pecho y espalda”. La idea no es crear alarma sino conciencia. Debemos ser más exigentes con lo que nos venden, es posible informarse pero hace falta voluntad personal para hacerlo, es factible exigir que los gobiernos sean más estrictos y es importante ser responsables de nuestras acciones y de cómo éstas afectan al Medio Ambiente, que no solo es nuestro, sino de todos los habitantes del planeta.
Fuente: http://www.ecoticias.com