No fue una incógnita el arribo de Agustín Basave a la dirigencia nacional del PRD. La verdadera interrogante es cómo ese partido intentará superar la frustración de quienes alguna vez votaron por esa opción política de cambio.
¿Agustín Basave, honesto, cabal y sensato, tendrá tiempo de limpiar la casa para las próximas elecciones?
Las indisputables cualidades intelectuales del académico Basave se vislumbran insuficientes para barrer la corrupción enquistada en el clientelismo y las cruentas disputas de las “tribus” por encima de una verdadera institucionalización del partido.
Agustín Basave llega a la cumbre del PRD después de una apurada maniobra legalizadora para tapar el hoyo del efímero liderazgo de Carlos Navarrete (trece meses) quien personificó el rechazo de los hegemónicos Chuchos de Nueva Izquierda a la reencarnación del cacicazgo del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas prometedora de reconciliación, y –sobretodo– por el éxodo creciente de militantes provocado a partir la ruptura de López Obrador.
Esta esperanza de transformación, bajo cuya pintura se advierten capas de barniz patrimonialista aplicada con paciencia y habilidad por Los Chuchos, no augura una corrección automática.
EL MONJE LOCO: Al ser sustituto ungido (no elegido), Agustín Basave promete no hacer pactos con el gobierno. Pues sí, especialmente porque al gobierno ya no le interesa hacerlos. Es muy fácil rechazar las cosas cuando nadie te las está ofreciendo, ¿verdad?