No fue una incógnita el arribo de Agustín Basave a la dirigencia nacional del PRD. La verdadera interrogante es cómo ese partido intentará superar la frustración de quienes alguna vez votaron por esa opción política de cambio.
¿Agustín Basave, honesto, cabal y sensato, tendrá tiempo de limpiar la casa para las próximas elecciones?
Primero, habrá de nadar contra “las corrientes”, los cables ideológicos cruzados, el pragmatismo a todo volumen, y la falta de liderazgos competitivos frente a la figura de Andrés Manuel López Obrador.
Las indisputables cualidades intelectuales del académico Basave se vislumbran insuficientes para barrer la corrupción enquistada en el clientelismo y las cruentas disputas de las “tribus” por encima de una verdadera institucionalización del partido.
Lo único estable en el PRD es la pugna entre un sistema de solidaridad junto a intereses pocas veces coincidentes, y las más, contradictorios, que transitan entre la oposición política y la redituable ventaja económica de administrar ruines negocios en delegaciones y posiciones clave dentro del gobierno del DF, aunque no únicamente.
Agustín Basave llega a la cumbre del PRD después de una apurada maniobra legalizadora para tapar el hoyo del efímero liderazgo de Carlos Navarrete (trece meses) quien personificó el rechazo de los hegemónicos Chuchos de Nueva Izquierda a la reencarnación del cacicazgo del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas prometedora de reconciliación, y –sobretodo– por el éxodo creciente de militantes provocado a partir la ruptura de López Obrador.
La estrategia de Jesús Ortega y Jesús Zambrano para recuperar de lo perdido fracasó con Navarrete; el intento de suma acabó en resta por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y los vínculos del perredismo con las autoridades municipales de Iguala, Cocula –recientemente– y la gubernatura de Ángel Aguirre, todos, factores de la tragedia guerrerense.
Esta esperanza de transformación, bajo cuya pintura se advierten capas de barniz patrimonialista aplicada con paciencia y habilidad por Los Chuchos, no augura una corrección automática.
El “externo” Agustín Basave representa el último intento de un partido en ruinas por la supervivencia.
EL MONJE LOCO: Al ser sustituto ungido (no elegido), Agustín Basave promete no hacer pactos con el gobierno. Pues sí, especialmente porque al gobierno ya no le interesa hacerlos. Es muy fácil rechazar las cosas cuando nadie te las está ofreciendo, ¿verdad?