El Papa vendrá el año próximo; no puede echarse para atrás; aún ignoramos la fecha –entre enero y marzo–.
La visita de Jorge Bergoglio debe leerse en el contexto de la urgencia del régimen por legitimar sus criticadas acciones de justicia… y en defensa de los derechos humanos ante la grey del segundo país más católico del mundo.
El abanico político –de izquierda a derecha– saluda de antemano al Pontífice con júbilo; hasta los juaristas más exaltados se persignan. Todos rezan –discretos– por la presencia papal y su urgente mensaje de concordia y respeto. Qué decir de panistas y priistas quienes se arrebatan la idea de llevar al Obispo de Roma al meritito Congreso.
El Papa venerará a la Virgen de Guadalupe; irá a la frontera norte como un migrante más… ¿Y tal vez a Ayotzinapa?
Nada garantiza una visita color de rosa.
Detrás de las masas que inundarán las calles, más allá de las puntuales coberturas mediáticas y del carisma del primer Pontífice latinoamericano, flota en el aire la posibilidad de un discurso papal doloroso, crítico e incómodo para el Gobierno, por temas como violación a los Derechos Humanos, narcotráfico, violencia, inseguridad, y corrupción e impunidad incontenibles dentro de nuestra clase política.
Bernardo Barranco –sociólogo de la religión– recuerda roces, desencuentros y una mala relación entre el Vaticano y Los Pinos.
La gran herida provocada por la filtración de aquel correo electrónico del Papa, en el cual compartía su preocupación por la «mexicanización» de Argentina, desató la indignación de los masiosares oficiales… tampoco colaboró la supuesta intención Pontífice de realizar una misa en Ayotzinapa, lo cual hubiera sido un desafío para el Gobierno Federal.
Pero algo cambió en los últimos días. No se entiende el anuncio del vocero de la Santa Sede, Federico Lombardi sin un trabajo previo de la diplomacia mexicana, en particular, del embajador Mariano Palacios.
Así como la incógnita esconde los detalles del viaje papal, también hay dudas de los términos en que pudo pactarse la visita ¿incómoda?.
Pronto habremos de saber si habrá límites u omisiones; si la Cancillería intentará acotar los temas… y hasta donde el Vaticano está dispuesto a dar su sagrado brazo a torcer.
EL MONJE LOCO: El Sumo Pontífice encontrará en México un episcopado obsecuente, mediocre y apagado. Por cierto, ¿se reunirá con las víctimas del paternal demonio Marcial Maciel, evitadas por su antecesor –Benedicto XVI– en aquella visita a Guanajuato, en 2012?