Fernando Moreno Peña es un hombre con suerte; pocos como él viven para contarla después de recibir cuatro balazos a quemarropa.
El misterio detrás del atentado contra el ex gobernador de Colima es una madeja enredada. El todopoderoso político priista tiene tantos enemigos como sospechas en su largo historial.
Sus detractores –como el panista Jorge Luis Preciado– lo acusan de poner el fin por encima de los medios para imponer su voluntad; señala dos ejemplos: la elección fraudulenta de 2003 y el proceso del 7 de junio pasado, en el que hasta los muertos salieron a votar.
Colima es un estado que pasa inadvertido entre el infierno michoacano y la narcoviolencia jalisciense; en el que la calma no se altera ni siquiera cuando ocurren hechos terribles como la de muerte de dos gobernadores.
El sospechoso accidente aéreo en el que murió Gustavo Vázquez Montes, en 2005 –confrontado con Moreno Peña– y el asesinato de Silverio Cavazos, en 2010, no han sido aclarados plenamente. En el último caso, la familia de Cavazos ha señalado como responsable directo a Moreno Peña; un sobrino –Samuel Rodríguez Moreno– fue vinculado con el crimen. La muerte de Silverio Cavazos se la cargaron a la Familia Michoacana, señalada después como fuente financiera de la campaña de Fausto Vallejo, cuando Moreno Peña fue delegado del PRI en Michoacán.
La narco-política forma una espesa niebla colimense. Nadie puede desligar del poder de los grupos que dominan el trasiego de droga a través del puerto de Manzanillo, dominado por los michoacanos (Familia y Templarios) hasta hace poco, y ahora disputado por los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación.
Casualidad o no, apenas el domingo el Gobernador Mario Anguiano –también enfrentado a Moreno Peña– había advertido que la guerra entre grupos delictivos ha sido causante de una escalada de violencia en Colima.
Hasta ahora, los dos agresores del ex gobernador y ex rector colimense han sido identificados por sus antecedentes delictivos. Ambos estuvieron tras las rejas; no son criminales novatos aunque hayan fracasado en su misión letal; corporaciones locales y federales los buscan por mar y tierra, pero también los persiguen quienes ordenaron el atentado… ¿para garantizar su silencio?
EL MONJE LOCO: Zaira Cavazos –hija menor del asesinado exgobernador Silverio Cavazos– escribió en Facebook: “Ojo por ojo, diente por diente. Dios es tan justo”. Moreno Peña –fuera de peligro– tendrá mucho que decir… y la autoridad demasiado que explicar.