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Murió la Mamá Grande

Publicado por
Aletia Molina

No ha habido una agente literaria más importante en España que Carmen Balcells, fallecida este domingo 20 de septiembre en su casa de Barcelona a los 85 años.

Editora total, de su perseverancia, persuasión y olfato para los negocios germinó lo que se conoció mundialmente como el ‘Boom’ latinoamericano, el movimiento literario que sacudió las formas tradicionales de escribir (y leer) literatura. Representó a los autores latinoamericanos y españoles más importantes: Vargas Llosa, García Márquez, Julio Cortázar, José Donoso, Bryce Echenique, Cela, Delibes… Sus ‘clientes’ son los nombres que configuran hoy la historia de la Literatura del siglo XX.

Su función no se limitó a potenciar a autores para incrementar las ventas. Actuó como una madre que mima, cuida y convence a sus hijos orgullosos al tiempo que sacaba las garras contra todo aquel que osara amargarles, aunque fue un poco, la vida. ¡Sólo faltaría! Su poder de persuasión fue total. Convenció a un jovencísimo Vargas Llosa de que se instalase en Barcelona —la ciudad que, entre otros gracias a Balcells, destronó a París o Londres como epicentro literario— y dejase su trabajo mal pagado de profesor para dedicarse a escribir. Solo a escribir.

Ya había cooptado a García Márquez. Y se las ingenió para que ambos genios de la literatura se convirtieran en vecinos y amigos íntimos: uno, los Vargas Llosa, en el barrio de Sarriá, y los García Márquez en la calle Caponata. Ambas familias ejercieron de imán sobre el resto de escritores latinoamericanos que, en un momento u otro, vivieron en la ciudad condal: José Donoso o Bryce Echenique fueron tan sólo dos de una larga lista.

Fue muy dura negociando, aunque siempre se defendía arguyendo que buscaba lo mejor para sus representados. Vargas Llosa recuerda que fue la primera que luchó para que los autores tuvieran un sueldo digno (en algunos casos llegaron a ser dignísimos, de varios millones de las antiguas pesetas) y arrasó con el concepto del contrato vitalicio o, dicho de forma más jurídica, «cláusulas de cesión de los derechos de una obra por un tiempo ilimitado». Todo se cerraba a corto plazo para que, en el caso de que una obra tuviese éxito, pudiera renegociar al alza futuros libros.

– ¿Tú me quieres, Carmen?», le preguntó un día Gabo a Balcells en una llamada que desde México.

– «Mira, no te puedo contestar a eso porque supones el 36’2% de nuestra facturación», respondió la agente.

Su agencia literaria, con sede en Barcelona, se convirtió en un imperio, con más de 300 escritores de habla hispana y portuguesa como representados. En mayo de 2014 intentó dar su último golpe de mano: se unió al único agente que le hacía sombra en el mundo anglosajón, Andrew Wylie. Crearon Balcells & Wylie, una «superagencia» que representaba a miles de autores, 13 de ellos premios Nobel. La alianza, a día de hoy, no ha llegado a cuajar.

Nacida en Santa Fe de Dalt, un pueblo de la provincia de Lleida, el 9 de agosto de 1930 en el seno de una familia de propietarios rurales, estudió en un colegio de monjas teresianas y más tarde se graduó en Comercio. En 1960 creó la Agencia Literaria Carmen Balcells, y desde entonces y hasta ahora la firma ha gestionado más de 50.000 contratos. En su cartera figuran otros escritores como Augusto Roa Bastos, Juan Carlos Onetti, Javier Cercas, John Le Carré, Ana María Matute, Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Juan Goytisolo, Isabel Allende, José Luis Sampedro o Carme Riera.

En su lista de representados figuran seis Premios Nobel de Literatura: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Miguel Ángel Asturias, Camilo José Cela, Vicente Aleixandre y Pablo Neruda.

Algunos de sus escritores, como Juan Marsé o Juan Carlos Onetti le dedicaron novelas, y otros como Max Aub o Manuel Vázquez Montalbán incluso la convirtieron en un personaje de sus obras. Pero nadie atinó tanto como Gabriel García Márquez, quien la bautizó como la ‘Mamá Grande’. Ahora más que nunca puede decirse que la obra que le dedicó fue premonitoria: Los funerales de la Mamá Grande.

Fuente: The Huffington Post

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Aletia Molina

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