Con 500 años de historia, las comunidades afrodescendientes ubicadas en la región de la Costa Chica del estado de Guerrero se esfuerzan por mantener su cultura y tradiciones, pero también buscan el desarrollo de sus pueblos
Los afrodescendientes han sido reconocidos por su cultura y se han dado a conocer por sus danzas a nivel nacional e internacional. Según un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en México hay aproximadamente 400 mil afromexicanos. Cuajinicuilapa, considerada como la perla de los negros y la pequeña África, fue fundada por indígenas y su nombre proviene del vocablo náhuatl Cuauhxonecuilli, que significa en el río de los cuajinicuiles, que son una especie de árboles. A la llegada de los negros, los indígenas deciden huir hacia las zonas altas, Cuajinicuilapa queda abandonada y es refundada por los negros, quienes empiezan a llamarla Cuijla.
De estas tierras es Silvestre Tiburcio Noyola Rodríguez, conocido como el abuelo del son de la artesa, quien dice que él no sabía que sus canciones, la música y el tocar los instrumentos para bailar la artesa era cultura. “Soy músico, toco, compuse el trío los cimarrones; ha sonado por todos lados y el baile de artesa ha sido más reconocido”, expresó don Silvestre, quien ha recibido el Premio Nacional de Ciencias y Artes.
En una vivienda construida de ladrillo habita don Silvestre, en la comunidad San Nicolás, a media hora de la cabecera municipal de Cuajinicuilapa, donde cuenta que junto con sus hijos han llevado la música para mantener y recuperar la cultura afromestiza. Para tocar la artesa, utiliza un arpa, una guacharaca y un tambor, en tanto que la pareja, hombre y mujer, bailan y zapatean sobre un cajón especial de madera elaborado de Parota. “Toco y canto para rescatar la cultura, yo no nunca supe los trabajos que estaba haciendo porque yo no conocía ni que era cultura, yo lo tocaba porque lo veía con los viejitos y no sabía que era importante y ahora mi trabajo ha sido reconocido”.
Don Silvestre dijo que para evitar problemas con el pueblo, con los 400 mil pesos del premio que le fue otorgado, hizo obras como el Museo de la Descendencia Afromestiza en Cuajinicuilapa. Al respecto, pidió a las autoridades gubernamentales el apoyo para las comunidades afromexicanas, que están no cuentan con todos los servicios de infraestructura carretera. Sergio Peñaloza Pérez, integrante y presidente de la Asociación Civil México Negro, afirmó por otra parte que el baile de los diablos, los sones de artesa y la danza de la tortuga es el vínculo más cercano y visible de la africanidad en el caso de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca.
Abel Villanueva Hernández, integrante de esta Asociación Civil México Negro, explicó a su vez que esos bailes formaban parte de los fandangos que los afromestizos organizaban en sus días de descanso en sus aldeas o para la celebración del Día de Muertos. Durante los bailes se simulaba con monigotes a la mujer negra y caderona con busto grande y cara de española, pero eso significaba una burla, debido a que la mujer extrajera tenía relaciones sexuales con un hombre negro.
Explicó que la Artesa se puede definir como el arte de zapatear, se baila en parejas sobre una tarima, la cual puede estar aludiendo un caballo o una vaca. También se baila descalzo y al terminar cada son se declaman versos ya sea de desprecio o de amor, cuyo baile se ejecuta peculiarmente en las bodas para asegurar abundancia al matrimonio.
Fuente: Terra