El futuro de Grecia ha quedado marcado. La victoria del “no” es el rotundo rechazo a las imposiciones de sus socios europeos a cambio de un oneroso rescate financiero.
El “no” da fuerza a quienes consideran que lo mejor sería dejar caer a Grecia en el abismo para evitar más daños al resto de los 18 países de la eurozona.
El gobierno de Alexis Tsipras ha insistido en que no se trata de un «no» al euro ni a Europa, sino un mejor punto de partida para seguir negociando con perspectiva de futuro.
Si bien el referéndum permite conocer la opinión mayoritaria de los griegos, no levanta los “corralitos”, no abre los bancos, no paga a los funcionarios, ni garantiza la permanencia en la eurozona. La decisión queda en manos de las instituciones acreedoras, lo cual es una paradoja.
Contrario a países como Alemania –harto de mantener a un “hijo” que todo lo gasta entre fiestas y mentiras–, Francia e Italia querían el “sí”, porque ven a Grecia como un traspatio del cual todavía pueden sacar muchas aceitunas, vinos y quesos de cabra.
Europa necesita un euro entero, del que Grecia no se salga de golpe.
Con el resultado del referéndum y una eventual salida de la Unión Europea subyace la posibilidad de que los griegos se vuelvan mucho más pobres, lo cual conllevaría un nivel de violencia preocupante. Además, si la manzana griega cae del árbol europeo, afectaría el equilibro de la Alianza Atlántica y Turquía podría convertirse en un país más poderoso.
Esta semana habrá una reunión de emergencia en Estrasburgo para analizar el contexto derivado del referéndum griego.
EL MONJE LOCO: José Manuel Mireles no está en la cárcel por delincuente. Las armas decomisadas al doctor, el 27 de junio del año pasado, fueron pretexto para quitarlo de en medio. El verdadero delito de Mireles fue negarse a pactar con el Gobierno Federal, urgido de imponer la paz en la Tierra Caliente michoacana. El desistimiento de la PGR comprueba que el fundador de las autodefensas de Tepalcatepec es un preso político, utilizado por el Estado para combatir al crimen y desechado por no someterse al poder. Mireles pagó muy cara la afrenta. El encierro en el penal de Hermosillo lo eliminó del proceso de pacificación michoacano, lo alejó de sus bases, desmanteló a su grupo, le quitó un año de vida, y deterioró gravemente su salud. Mireles saldrá pero no estará quieto; demandará la liberación de otros 383 autodefensas detenidos… y mantendrá su activismo. El paso por la cárcel y la reivindicación de su figura le darán fuerza renovada.