A Dieter Moebius (1944-2015) se le definió como “el padre de la música electrónica”, pero lo cierto es que este compositor de origen suizo fue uno de los genios de la música contemporánea y parte de ese movimiento artístico que dio nuevo derrotero a la cultura popular de Alemania a finales de los años sesentas y principios de los setentas
El lunes pasado Moebius falleció a los 71 años de edad. Sin embargo, su corpus musical desarrollado con su grupo Cluster, algunos más con Harmonia, Brian Eno, David Bowie, y otras colaboraciones —más de 35 albumes—, es un legado que permite hoy comprender cómo Moebius, sentó las bases para que la música electrónica llegara al rock y después a muchos géneros. En suma, su trabajo impulsó la evolución musical de las últimas tres décadas del siglo XX.
Nacido en 1944 en Suiza, de niño Moebius estudio música clásica y en los años cincuentas del siglo pasado se encontró con el jazz y luego el rock, especialmente con la obra de Chuck Berry, lo que cambiaría su derrotero artístico. Después de varios años de cursos en Suiza y Berlín, se integra a varios grupos y se convierte en los fundadores del Krautrock, el movimiento que por su calidad, experimentación y búsqueda de formas diferentes de crear música, da un nuevo sentido a la cultura popular alemana. Moebius y su grupo Cluster compartían este camino con Can, Neu!, Faust, Tangerine Dream, Guru Guru, Amon Dull II y Popol Vuh, entre otros.
Su historia inicia en 1968. Moebius, junto con Conrad Schnitzler y Hans-Joachim Roedelius y Klaus Schulze — luego estaría con Tangerine Dream—, crean el grupo Zodiak Free Arts Lab, en Berlín. Con éste, ensamblan la psicodelia, en boga, con la vanguardia. Después saldría Schulze y la banda cambia de nombre a Kluster, con el cual lanzan tres discos: Klopfzeichen, Zwei-Osterei y Eruption. Para 1971, Schnitzler se retira y aparece Cluster, con su disco homónimo. Ese año es la explosión del Krautrock: Tangerine Dream lanza Alpha Centauri, usando sintetizadores y secuenciadores en lugar de guitarras y baterías. Faust publica su disco honónimo, experimental y lleno de ruidos, donde la electrónica es la base, y Can lanza el impresionante Tago Mago.
Estas son algunas de las correspondencias que tuvo Moebius para crear esa música atmosférica que va de un lado a otro, que parece infinita, llena de texturas, tonalidades, ritmos y, sobre todo, siempre en el camino de la experimentación y vanguardia. Así, la gran impronta de Moebius es su gran universo musical hecho con la música electrónica, creada con sintetizadores, emuladores y todo tipo de aparatos, que trasladó al rock.
Fuente: Crónica