- Fueron las más caras de la historia; costaron 21 mil 700 millones de pesos, 55% más que en 2009.
- Fueron las más competidas; nunca antes se había vivido la incertidumbre sobre el ganador en ocho de nueve gubernaturas o en ocho de 16 delegaciones del DF.
- Fueron las más violentas; se registraron 22 homicidios entre precampañas y campañas.
- Fueron las más acechadas; advertencias de boicot, quema de locales partidistas, toma de juntas distritales, quema de material electoral, privación de la libertad de funcionarios, espionaje telefónico…
- Fueron las más litigadas; las impugnaciones ante el TEPJF pasaron de mil 578 a 14 mil 566, un crecimiento de ¡820%!… y lo que falta.
6. Los fantasmas del abstencionismo y el voto nulo fueron derrotados; la participación alcanzó el promedio de las tres elecciones intermedias previas y superó el de las últimas dos. También fueron las elecciones del voto duro…
- Quienes pensaron que habría voto de castigo al partido en el poder por su mal desempeño, se equivocaron; ni el mediocre crecimiento económico, ni la violencia latente, ni Tlatlaya o Ayotzinapa, ni los escándalos de corrupción de la Casa Blanca o el terreno de Malinalco tuvieron graves consecuencias para el PRI.
- La división de la izquierda cobró factura; si en la elección intermedia previa (2009) PRD, MC y PT sumaron 18% de la votación, en estas los cuatro (incluido Morena) sumaron 29.7 por ciento; prácticamente la misma votación que el PRI… y ese mensaje hay que saberlo leer.
- Por primera vez se adquirió el derecho a competir sin etiqueta partidaria; de los más de 16 mil candidatos sólo 127 optaron por la vía de las candidaturas ciudadanas; destacó la de El Bronco, ex priista que supo canalizar el descontento de la mayoría regia con los dos partidos alternados eternamente en el poder. Entre las consecuencias del triunfo de Jaime Rodríguez está la demostración de que el hartazgo de la población con los políticos tiene consecuencias… y que se puede llegar al poder sin patrocinio de la partidocracia.
- Quizá mas importante es el cambio que ocurrió en el sistema de partidos. Aparentemente todos –menos el Humanista– mantendrán el registro; si antes (1997-2012) teníamos un sistema tripartidista en el cual PRI, PAN y PRD se repartían entre 85 y 95% de la Cámara de Diputados, ahora habrá dos partidos grandotes en primera división, con 50% de la votación, tres medianos en segunda, con 25%… y cuatro en tercera, con 25.