Hacía unos cuantos años que el mundo no se destruía en la pantalla grande por causas naturales
Terremoto: La falla de San Andrés rompe la sequía imaginando un desplazamiento en el accidente geológico del título que desata una andanada de derrumbes, incendios y muertes. Muertes que, claro está, apenas se esbozan y quedan en fuera de campo, decisión que responde menos a una cuestión artística que a las aspiraciones mainstream del producto.
Terremoto… arranca con la presentación de su protagonista, un piloto de helicóptero de búsqueda y rescate interpretado por el cada día más montañoso Dwayne Johnson, amo y señor de una historia concebida para su lucimiento personal y la exhibición de sus dotes al mando de cualquier vehículo. Las malas nuevas comienzan cuando descubra que su hija (Alexandra Daddario, la amante de Woody Harrelson en True Detective) está en pleno San Francisco durante el temblor, obligándose a ir hasta allá para rescatarla no sin antes hacer lo propio con su ex mujer (Carla Cugino), atrapada en las alturas de una torre de Los Ángeles.
El film no propone nada que no se haya visto en los exponentes clásicos del subgénero cine catástrofe de los ’70. Incluso podría decirse que propone prácticamente lo mismo, sólo que magnificado por la espectacularidad de la era 3D, aunque sin el humor y la autoconciencia de, por ejemplo, Roland Emmerich. Así, entre la gravedad de un guión empecinado en tomarse en serio a sí mismo (allí está los traumas del pasado como prueba) y una sucesión de efectos especiales, Terremoto… flota en una nube de polvo de la que ni siquiera el innegable carisma de The Rock logra rescatarla.
Fuente: Otros Cines