Decenas de políticos, principalmente de izquierda, así como cientos de admiradores, despidieron hoy a la esposa del ex Presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, Marisa Leticia Rocco, en unas exequias en que se escucharon críticas al Gobierno y a los procesos judiciales contra el exmandatario.
La muerte cerebral de la ex Primera Dama fue oficializada el viernes, tras los diez días en que estuvo en coma en el Hospital Sirio Libanés de Sao Paulo por un derrame vascular en el cerebro.
El velatorio de quien fuera la compañera del Presidente más carismático de Brasil por 43 años se celebró este sábado en la sede del Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, ciudad en el cinturón industrial de Sao Paulo y en donde la pareja se conoció.
La ceremonia concluyó con un largo discurso en el que el exjefe de Estado criticó los procesos por corrupción abiertos en su contra, en tres de los cuales su esposa también era procesada, y dijo que las denuncias la hicieron sufrir mucho y que espera que los acusadores pidan disculpas.
«Quiero decir que este que está enterrando a su mujer no es alguien con miedo de ser detenido. Tengo la conciencia tranquila. Tengo certeza de la conciencia y del trabajo de mi mujer. No me corresponde probar que soy inocente. Son ellos los que tienen que probar que las mentiras que están contando son verdades», aseguró.
El obispo emérito de Blumenau, Angélico Bernardino, también pronunció unas palabras al final de la ceremonia y, en un tono político, enalteció la militancia de izquierda de la ex Primera Dama y criticó las reformas del presidente Michel Temer, que interrumpió trece años de Gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), formación en cuya fundación participó la pareja.
«Marisa Leticia fue una guerrera en la lucha a favor de la clase trabajadora y en su honor tenemos que estar atentos para frenar las reformas que atentan contra los trabajadores: la reforma laboral y la reforma a las pensiones», afirmó el religioso.
Tras el velatorio de siete horas, los restos mortales de la ex Primera Dama fueron incinerados en una ceremonia reservada a la familia en el crematorio del cementerio Jardín de la Colina, también en Sao Bernardo do Campo.
Cientos de personas hicieron una larga y lenta fila que le daba vuelta a la sede del sindicato para poder acceder al salón en el que se realizaron las honras fúnebres y en el que Lula fue abrazado uno a uno por antiguos compañeros, amigos, familiares y admiradores.
Al salón, adornado con una gigantesca reproducción en la que el líder socialista abraza a su esposa, llegaron más de un centenar de coronas de flores, entre las cuales algunas enviadas por líderes de otros países como el cubano Raúl Castro, para rodear un ataúd cubierto por las banderas de Brasil y del PT.
El desfile de políticos lo encabezó la ex Presidenta Dilma Rousseff, sucesora y ahijada política de Lula y que fue sustituida en agosto pasado por Temer tras ser condenada en un juicio político por irregularidades en la presentación de las cuentas públicas.
Pero en la fila para dar los pésames también estuvieron numerosos dirigentes del PT, exministros de Lula y de Rousseff, senadores, diputados, alcaldes y los gobernadores de Río de Janeiro, Luiz Fernando Pezao, y Minas Gerais, Fernando Pimentel.
La diputada Luiza Erundina, exalcaldesa de Sao Paulo y dirigente del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), afirmó que la ceremonia sirvió para unir a la izquierda.
«Tenemos que unirnos para defender las conquistas que estamos perdiendo. Esta pérdida tendrá un retorno con la movilización de la izquierda y del pueblo contra un Gobierno que amenaza el futuro», afirmó.
El senador Lindberg Farías, en el mismo sentido, dijo que las visitas que Temer y que el ex Presidente Fernando Henrique Cardoso hicieron a Lula el jueves para expresarle solidaridad no pueden ser confundidas con una aproximación política a la derecha.
Fuente: Reforma