Brújula
Ana Paula Ordorica
Al arranque de la contienda primaria era evidente que Barack Obama veía como una broma la intención de Donald Trump de contender por la presidencia de Estados Unidos.
Hoy queda claro que en La Casa Blanca hay preocupación por pensar en la posibilidad de que en enero del 2017 Obama le entregue las llaves de La Casa Blanca a Donald Trump. Perder ante un republicano no sería tan trágico. La fatiga del electorado con el partido en el poder es bien entendida en Estados Unidos y en su clase política.
Han sido pocas las veces en las que el mismo partido logra permanecer en La Casa Blanca por más de dos periodos consecutivos. En el caso de los demócratas lo han logrado solamente en dos ocasiones. La primera en 1836 cuando el Vice Presidente Martin Van Buren sucedió a Andrew Jackson. La segunda cuando en 1940 el presidente Franklin D. Roosevelt se sucedió a sí mismo al contender por un inusual tercer periodo y ganarlo.
Y en el caso de los republicanos solo han logrado ese tercer periodo Ulysses S. Grant (1868), Rutherford B. Hayes (1876), Theodore Roosevelt (1904) y George H.W. Bush (1988).
Así que lo normal tras ocho años de los demócratas en La Casa Blanca sería la alternancia de partido. Pero es claro que Obama está preocupado sobre el futuro de su legado y de Estados Unidos mismo bajo la presidencia de Donald Trump.
Al acercarse las elecciones y al ver a un Trump que sigue sólido en las encuestas, Obama se ha vuelto sumamente vocal y articulado al referirse a los peligros de un presidente Trump.
Se sabe que la química entre Obama y Peña Nieto nunca fue tan sólida. Pero ha sido evidente desde que Obama comenzó a preocuparse por las encuestas que ponen en empate a Trump con Hillary que México y el gobierno de Peña es una herramienta que ha querido utilizar el presidente de EU para evitar el avance de Trump.
La razón seguramente tiene que ver con el electorado hispano. Si Obama se muestra cercano al presidente de México, los hispanos que han estado decepcionados con la falta de una reforma migratoria en EUA pueden ver con mejores ojos al partido demócrata que al republicano.
Por eso invitó a Peña a reunirse en La Casa Blanca un día después de que los republicanos nominaran formalmente a Trump como su candidato. También por ello el gesto de cenar en el restaurante Cosme, del chef mexicano Enrique Olvera, ahora que tuvo una noche para salir a cualquiera de los restaurantes de Nueva York en el marco de la apertura de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas.
La noche siguiente, en la recepción que ofreció el saliente Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, Obama pidió que sentaran a Peña Nieto en su misma mesa y a un lado de él.
El fallecimiento de Juan Gabriel le mereció un twit personal de Obama.
El voto hispano puede marcar la diferencia en la elección de noviembre. Obama lo sabe. Clinton también. Por ello, y por el discurso anti mexicano de Trump, es que en esta elección que se llevará a cabo en exactamente un mes, México ha figurado como nunca antes.
Apostilla: La política genera extraños compañeros de cama. Si hace ocho años me hubieran dicho que el mayor activo para Hillary Clinton en su búsqueda por llegar a La Casa Blanca iba a ser Michelle Obama, no lo habría creído. Pero justamente eso está pasando. Al grado que la Primera Dama de EUA está haciendo campaña por Hillary justo en los lugares en donde más lo necesita la candidata. Es la bateadora de emergencia…y de lujo.
Es Michelle Obama la que logra, con sus raras pero notadas apariciones, reacciones virales entre jóvenes, mujeres y afroamericanos –parte fundamental del electorado que debe ganar una Hillary Clinton que ni en sueños despierta las reacciones que logra Michelle. El secreto del éxito de Michelle es su autenticidad. Es la esposa del político que sabe del tema pero que auténticamente declara no estar interesada en explotar su popularidad para lograr un puesto público.
@AnaPOrdorica