Antes incluso de pensar en cómo unir a su partido, hoy hecho trizas, los socialistas españoles tienen la obligación, casi inmediata, de decidir si están dispuestos a facilitar un nuevo Gobierno.
El PSOE, desde este domingo en manos de una comisión gestora después de la dimisión forzada de su secretario general, Pedro Sánchez, dispone de tres semanas mal contadas para evitar unas terceras elecciones en menos de un año.
El sector crítico que, en votación a mano alzada, destituyó el sábado a Sánchez, lo hizo, según han repetido sus portavoces, para «pensar primero en España y después en el partido».
En otras palabras, acabar con el bloqueo político que ha dado en mantener a un Gobierno en funciones desde hace más de nueve meses.
La comisión gestora del PSOE, de diez miembros, está encabezada por el presidente del histórico Principado de Asturias, Javier Fernández, un respetado dirigente socialista que se ha declarado partidario de resolver la crisis institucional.
Lo primero que le toca es, pues, volver a convocar al Comité Federal, el mismo órgano en donde el sábado se produjo el bochornoso espectáculo que acabó con la dimisión de Sánchez.
Este Comité, que es la dirección del PSOE entre congresos, tiene que decidir si cambia su actual posición -el famoso «no» al conservador Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en funciones- por una abstención, total o parcial del grupo parlamentario socialista, en una aún no convocada sesión de investidura.
Tras las segundas elecciones generales, el pasado 26 de junio (las primeras fueron el 20 de diciembre de 2015), a Rajoy le faltaron apenas seis diputados en el Parlamento para ser investido Presidente.
La dirección del PSOE tiene encima la cuenta atrás. El próximo 31 de octubre, por imperativo constitucional, se disolverán automáticamente las Cortes Generales (el Parlamento español) para que los ciudadanos vuelvan por tercera vez a las urnas en menos de una año.
Estas son las circunstancias que los dirigentes políticos de los cuatro grandes partidos españoles, incluido el socialista Sánchez, se comprometieron a evitar en la última campaña electoral.
Considerando que el rey tiene que hacer una rápida ronda de consultas con los líderes parlamentarios para encargar un Gobierno al candidato que tenga más apoyos; considerando que tanto Felipe VI como el Presidente tienen que estar en la Cumbre Iberoamericana de Cartagena de Indias los días 28 y 29 de octubre, los socialistas tienen muy poco tiempo para mover ficha.
Casi ningún dirigente del sector crítico ha dicho, con claridad, que el PSOE debe abstenerse, si bien la influyente presidenta de Andalucía, Susana Díaz, al frente del feudo socialista en esta región del sur español, ha dejado claro que «el PSOE no puede gobernar con 85 escaños»… de los 350 que forman la Cámara Baja.
Si el Comité Federal opta por la abstención de todo o parte del grupo socialista, éste deberá obrar en consecuencia pese a que en su seno también hay división entre los partidarios del «no» y los que creen que, a falta de gobierno alternativo, hay que permitir que Rajoy siga en el Palacio de la Moncloa, sede del Ejecutivo.
La investidura de Presidente en España puede ser en una primera sesión parlamentaria, caso de que el candidato saque mayoría absoluta (176 de los 350 escaños mencionados) o en una segunda, 48 horas más tarde, para la que necesita más síes que noes.
Por lo demás, una vez resuelto el, digamos, «asunto gubernamental», que previsiblemente volverá a producir fuertes tensiones entre los socialistas, a la gestora le toca la tarea de convocar un congreso extraordinario para renovar la dirección del partido.
A medio plazo, queda la incógnita sobre el futuro de Pedro Sánchez, quien, en teoría, podría presentarse a unas elecciones primarias en las que los militantes del PSOE eligen a su secretario general.
Y a largo plazo, los socialistas, que han perdido cuatro elecciones seguidas –dos generales y dos regionales– en menos de un año, tienen por delante la ardua tarea de repensar su orientación política y dotarse de un liderazgo capaz de unir al partido y recuperar la confianza de sus votantes.
Fuente: Crónica