Jay Leno es un fan de los coches clásicos muy pragmático. Como estaba cansado de buscar durante meses -y a veces en vano- piezas de repuesto, y de pagar miles de dólares a especialistas que las crearan, decidió cambiar de método
Aunque no se parece en nada a una impresora de tinta de una oficina, el comportamiento es bastante similar, explica Andreas Pfeffer, de la empresa alemana de recambios Wulf Gaertner Autoparts: tras escanear la pieza imitada y crear un modelo digital por ordenador, la impresora la hace realidad.
Sólo que esa impresora no tiene tinta en su interior, sino plástico que se endurece por capas de una milésima de milímetro con rayos ultravioleta y en una fracción de segundo. La impresora va acumulando capas y capas una sobre otra hasta crear un objeto tridimensional. «Ya reproduzca piezas existentes o diseñe otras nuevas, estas impresoras ofrecen una libertad formal mayor que cualquier otro proceso de fabricación», dice Pfeffer.
Cada vez más aficionados hacen uso de ella, pero aún falta que la tecnología se imponga, según afirma Frank Reichert, quien dirige el departamento de autos clásicos en el club del automóvil ADAC.
La impresión en 3D no sólo ayuda con los vehículos clásicos, sino que también se usa en la producción de nuevos autos. «Muchos fabricantes lo usan al menos para la creación de prototipos porque en esa fase no se necesitan aún las máquinas especiales más caras y porque la forma siempre puede variar en ese proceso de pruebas», dice Andreas Baader, socio de la consultora Barkawi Management Consultants de Múnich. BMW, por ejemplo, lo usa ya desde 1991 en la creación de prototipos. El departamento de investigación e innovación de la marca produce así cada año 100,000 piezas, afirma la portavoz Sandra Schillmöller.
Las primeras de ellas ya están en manos de los clientes: para el coche de competencia Z4 GT3 se han impreso 500 piezas para las bombas de agua. Como es una serie limitada, resulta más eficiente que emplear moldes especiales. Además, el procedimiento permite un detalle que no alcanza ningún otro.
En el futuro, la impresora 3D será aún más importante para los fabricantes, asegura Baader: «Ofrece la oportunidad de dar forma a estructuras de enrejado, que son más ligeras y estables y permiten mayores filigranas. De esta forma, la impresión en 3D ayuda al ahorro de combustible y hace posible mayor comodidad en el interior. Y en caso de defectos, hay piezas que se pueden construir de nuevo así más fácil y rápidamente».
Para el consumidor final, la principal ventaja quizás sea que aumenta la posibilidad de individualización. «Pronto los conductores pedirán que se imprima su nombre en los estribos y se individualicen volantes y palancas de mando», afirma convencido Baader. Néstor Llanos va más allá. El director de proyecto de la start-up estadounidense Local Motors creó el año pasado el primer vehículo fabricado enteramente con una impresora 3D: el Strati. Sólo tardó 44 horas en imprimir las cinco piezas que componen la carrocería del vehículo eléctrico. «Luego lo labramos, lijamos y pulimos durante 15 horas y necesitamos dos días para el montaje final. Entonces, el prototipo quedó ya acabado».
El concepto no sirve aún para la producción en serie, asegura Llanos. Pero el Strati llegará al mercado en un año y la flota crece mes a mes, ya que allí donde Local Motors construye una impresora 3D se crea un auto en sólo 44 horas.
Fuente: Nation Geographic