La ONU tiene un proyecto de asistencia para el desarrollo que busca elevar la calidad de vida en los siguientes 15 años
Imagine entrar a un restaurante muy lujoso y encontrarse con un menú espectacular y una gran selección de vinos importados, pero inmediatamente se da cuenta de que en el menú no vienen los precios ni los tamaños de las porciones.
A menos de que tenga un presupuesto ilimitado seguramente va a sentirse incómodo ordenando, ¿cierto? ¿Pediría una entrada? ¿Le alcanzaría el dinero para un postre? ¡Vaya predicamento!
Los gobiernos del mundo se enfrentan a un problema muy parecido a la hora de fijar presupuestos para la lucha contra la pobreza, el desempleo y la desigualdad, erradicar la desnutrición infantil, mejorar tecnologías y mitigar el calentamiento global, entre muchas otras necesidades.
El dilema de las naciones no es muy distinto al del comensal que busca saciarse con un presupuesto limitado, ambos tienen que definir sus prioridades para obtener el mayor valor por su dinero.
En el caso de los gobiernos, hablamos de inversiones que aporten el mayor beneficio social posible, el problema es que muy a menudo desconocen cuánto van a costar los programas sociales y qué beneficios se podrán obtener con ellos.
Esto fue lo que explicó Bjorn Lomborg, presidente para el Centro de Consenso de Copenhague, durante su visita a México para hablar sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un plan de asistencia para el desarrollo que plantea la ONU para mejorar la calidad de vida humana en los siguientes 15 años.
La tarea de Lomborg y su instituto es hacer investigación económica para que las Naciones Unidas le den mayor importancia a aquellos objetivos que permitan el mayor beneficio para la población mundial, la economía y el medio ambiente por cada dólar invertido.
Lo que intentamos hacer es poner precios y tamaños en cada una de estas oportunidades maravillosas para la sociedad. Así sabrás cuánto cuestan y cuánto te quedará para otras cosas que quieres comprar después”, dijo.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se discutirán del 25 al 27 de septiembre en la sede las Naciones Unidas en Nueva York serán la continuación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, un acuerdo que se firmó en el año 2000 entre los países miembro y que llega a su fin este mismo año con gran éxito: más de 700 millones de personas dejaron de estar en situaciones de pobreza extrema y unos 2,300 millones ya tienen acceso a fuentes más limpias de agua.
Sin embargo, algunos otros objetivos no pudieron ser cumplidos, países como México fallaron en reducir la mortalidad materna en 75% por ejemplo, al igual que varios países en África Subsahariana. Aunque no todos los objetivos del milenio se cumplieron, es innegable que la humanidad tiene una mejor calidad de vida que hace 15 años, por lo menos en una buena parte del planeta; y China, al igual que India, ha sido un gran ejemplo de cumplimiento.
Lo que ahora preocupa a los economistas es que el nuevo plan de desarrollo que se propone para los siguientes 15 años sea demasiado ambicioso. El éxito de los objetivos del milenio se dio por tratarse de un plan breve y conciso.
Este aumento en las nuevas metas es con lo que los expertos no concuerdan, pues aseguran que los 2.5 billones de dólares que el mundo invertirá para ellos servirán de poco si los gobiernos no establecen prioridades de gasto.
Desafortunadamente cuando estás estableciendo metas de desarrollo para el mundo entero es muy fácil acabar diciendo: vamos a prometerle todo, a todo el mundo, todo el tiempo, pero evidentemente eso quiere decir que no vas a tener prioridades y no vas a tener un sentido de qué es realmente importante”, así lo expresó Lomborg, quien está entre las 100 personas más influyentes, según la revista Time, y por la polémica que desataron sus libros El Ecologista Escéptico y Cool It: La Guía del Ecologista Escéptico al Cambio Climático.
Lomborg y el Centro de Consenso de Copenhague reunieron a 82 de los mejores economistas del mundo, expertos sectoriales y a un grupo de premios Nobel para evaluar y definir cuánto beneficio social puede detonar cada uno de los 169 objetivos que plantea la ONU para 2016-2030 por cada dólar invertido, en otras palabras, ponerle precio y tamaño a cada uno de los problemas de la humanidad.
Esas sugerencias se mostraron en el estudio Los Objetivos de Desarrollo Inteligentes 2016-2030, con el que se busca que los países sólo firmen aquellas metas que ayuden a la mayor cantidad de gente posible.
El gran problema es que muy a menudo los problemas que ocupan las primeras planas –derretimiento de glaciares, las guerras, el ébola, y la muerte de los osos polares– no son necesariamente en los que vale la pena invertir para mejorar el mundo (lo cual no significa que éstos no sean problemas preocupantes, sino que la inversión directa en ellos es ineficiente al tratar de solucionarlos).
Sobre esto hay un claro ejemplo: hasta la fecha han muerto 16 mil personas por el brote de ébola en África occidental, mientras que cada año mueren 1.3 millones de personas por tuberculosis.
El mensaje no es permanecer indiferente ante el ébola, sino que reducir el número de muertes por tuberculosis debería ser una prioridad para el gasto público.
El estudio encontró que a través de la optimización de recursos se podría hacer mucho más por la economía, la sociedad y el ambiente que repartiendo esos 2.5 billones de forma equitativa entre todas las necesidades del mundo (algo que daría menos de 10 dólares en valor para beneficio social por cada uno invertido).
Concluyó por otra parte que 19 de los 169 objetivos sostenibles son tan efectivos que su impacto en el desarrollo social tendría un valor de entre 20 y 40 dólares por cada dólar mientras que algunos otros generarían menos de 1 por cada dólar invertido.
Algunas metas sugeridas por la investigación proponen eliminar gradualmente los subsidios en combustibles (salvo para los sectores que dependan directamente de ellos), algo que el Fondo Monetario Internacional estima que le cuesta al mundo 10 millones de dólares por minuto y que podrían usarse para llevar combustibles modernos a 3 mil millones de personas que se calientan y cocinan todos los días con carbón, paja o excremento animal, lo que provoca la muerte prematura a 4.3 millones de personas al año por contaminación del aire al interior del hogar.
Los objetivos inteligentes están planteados no sólo en cuanto a su valor costo-beneficio, sino a la probabilidad de que puedan cumplirse a tiempo, es por esto que el Centro de Consenso de Copenhague sugiere adoptar 19 metas específicas, divididas en tres áreas básicas por su efectividad: personas, planeta y prosperidad.
Los Objetivos de Desarrollo Inteligentes 2016-2030 son una sugerencia para que los gobiernos administren mejor sus presupuestos y ayuden a la mayor gente posible.
Quizá no todos los países firmarán los 19 objetivos inteligentes pero bastaría con que naciones como México se comprometan a cumplir una de ellas para que inviertan su dinero en algo que funcione efectivamente para el bienestar de su población, el ambiente y la economía.
Fuente: Excélsior