GABRIEL CASILLAS *| Perspectiva Global
La semana pasada, tanto las minutas de la última reunión de política monetaria del Banco de la Reserva Federal de EU (Fed), como el dato de crecimiento del PIB de México de 1T15, me hicieron cambiar de parecer respecto del momento en el que el comité de política monetaria del Fed va a iniciar un ciclo de alza de tasas de interés, así como mi pronóstico sobre lo que crecerá la economía mexicana este año. Si bien dedico esta columna a explicar dichos cambios de pronóstico, quiero comentar un asunto sobre los pronósticos que me parece importante.
Uno de los múltiples chistes que se hacen sobre los economistas, es que tienen trabajo el 100 por ciento del tiempo porque la mitad comentan sobre lo que va a suceder y la otra mitad, porque hay que explicar por qué no sucedió lo que se dijo que iba a pasar. Sin duda este chiste-crítica tiene mucho de cierto, pero creo que hay que comentar dos asuntos al respecto: (1) Es mejor tener pronósticos, que carecer de ellos. Al final del día, el ser humano ha probado reiteradamente querer saber qué puede ocurrir bajo ciertos escenarios y más importante aún, qué puede ocurrir en el escenario más probable, dada la información disponible hasta ese momento; y (2) es necesario incorporar nueva información a los pronósticos. Si por definición los pronósticos se hacen con la información disponible hasta el momento en el que se llevan a cabo, entonces si hay información nueva, hay que incorporarla también, aunque esto provoque que el pronóstico nuevo pueda ser diferente al anterior.
Sobre el Fed. Si bien considero que el Fed “tiene prisa” por salirse de la tasa de interés de política monetaria en niveles de cero por ciento, “no tiene prisa” por elevar las tasas a los niveles considerados de “largo plazo” (i.e. 3.75 por ciento expresado por el mismo Fed). De hecho, en la columna “Fed: divergencia sobre cuándo, consenso sobre cómo” –publicada el pasado 14 de abril-, comento extensivamente por qué. Ahora, la pregunta más inmediata ha sido si esto tiene que suceder en junio, en septiembre, en diciembre o hasta el año que entra. Cabe señalar que hasta la semana antepasada, los miembros del Comité de Operación de Mercados Abiertos (FOMC) del Fed, no habían enviado una señal clara de que no deseaban iniciar un ciclo de alza de tasas de interés en junio, como lo hicieron con la posibilidad de iniciarlo en abril en su comunicado de la reunión de política monetaria del 18 de marzo, donde explícitamente comentaron que “…veían poco probable iniciar el proceso de normalización de política monetaria en abril…”. No obstante lo anterior, en las minutas de la reunión de marzo se expresó que “…Varios participantes consideran que los datos y perspectivas económicas probablemente garanticen que comience la normalización en la reunión de junio…”. Con esta información, junio estaba en la mesa. Ahora, en las minutas que se publicaron la semana pasada de la reunión del 29 de abril, se comentó que “…Muchos de los participantes…creen que es poco probable que los datos disponibles en junio proporcionen suficiente evidencia de que se han cumplido las condiciones para elevar el rango objetivo para la tasa de Fed Funds…”. En mi opinión, este enunciado prácticamente “mató” la posibilidad de que el Fed eleve la tasa de interés de política monetaria en junio. Sin embargo, debido a “la prisa” que he percibido entre los miembros del FOMC por salirse de la “tasa cero”, considero que el inicio de alza de tasas será en septiembre.
En cuanto al pronóstico de crecimiento del PIB de México para 2015, no hay duda de que continuo siendo de los más optimistas. No obstante lo anterior, con el dato de PIB del 1T15 y algunos datos sobre manufactura de EU en 2T15 “ya no dan las cuentas” para que la economía mexicana crezca 3.6 por ciento este año, como lo había previsto hace meses. De hecho, ahora estimo que el PIB crecerá 3.2 por ciento anual en 2015, todavía muy por arriba de el consenso actual de 2.7 por ciento, que probablemente sea revisado a la baja. Mi revisión está fundamentada en tres consideraciones: (1) Una menor demanda externa, propiciada por la desaceleración de la economía norteamericana en 1T15. Considero que ésta impulsará la economía mexicana en 1.3 y no 1.6 puntos porcentuales como tenía contemplado; (2) la producción petrolera ha sido menor a la esperada (2.3 millones de barriles diarios, en lugar de 2.4), restando así 0.1 puntos porcentuales al crecimiento del PIB; y (3) continuo anticipando que los efectos positivos del gasto público -que se desembolsó el año pasado y que no se reflejaron en la actividad económica el año pasado-, “se sientan” en la economía real este año, teniendo una contribución de 1 por ciento en el PIB, así como el hecho de que este año no hubo reforma fiscal este año, comparado con el 2014, generen un “efecto de base de comparación” de otro punto porcentual.
Twitter: @G_Casillas
*Economista en Jefe. Grupo Financiero Banorte. Las opiniones que se expresan en el artículo no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, por lo que son responsabilidad absoluta del autor.