El cáncer de mama es una grave amenaza para la salud de la mujer a nivel mundial y constituye una prioridad no reconocida en los países de ingresos medios. En México, el cáncer de mama ocupa en la actualidad el primer lugar de las neoplasias malignas en las mujeres, representa 11.34 por ciento de todos los casos de cáncer, con un incremento global de aproximadamente 1.5 por ciento anual.
A diferencia de otros países desarrollados, en las naciones de economía emergente este incremento es alrededor del cinco por ciento. El grupo de edad más afectado se encuentra entre los 40 y los 50 años. La mortalidad por cáncer mamario se ha incrementado en 10.9 por ciento relativo en los últimos años (de 13.06 en 1990, a 14.49 en 2000).
En la mayoría de los casos no hay un factor definido como causa, sin embargo se han identificado factores de riesgo para desarrollar esta enfermedad, los más frecuentes son: historia familiar de cáncer mamario —especialmente madre o hermana—, no haber tenido hijos, primera menstruación a temprana edad (antes de los 10 años), menopausia tardía (después de los 54 años), exposición prolongada a estrógenos, obesidad, tabaquismo, cáncer mamario en la mama contralateral y mutación de genes (BRCA1, BRCA2), ya que una gran proporción de este cáncer, del 5-10 por ciento, es de origen genético.
Esta patología en etapas iniciales se presenta de manera subclínica, es decir, no presenta molestias. Con mayor frecuencia el tumor es encontrado inicialmente por la paciente durante su aseo personal o con las maniobras de autoexploración en las mujeres que la practican, notando una deformación, protuberancia o retracción de la piel de la mama o del complejo areola-pezón, signos sugestivos de un tumor maligno subyacente. El estudio clínico de una paciente con sospecha de cáncer en esta región debe iniciarse con una historia clínica completa que incluya datos de factores de riesgo ya señalados. La exploración física de las glándulas mamarias debe incluir la inspección y palpación de las mismas, tanto en la posición sentada como acostada, revisión de las regiones axilares y supraclaviculares.
El tratamiento integral del cáncer de mama es multidisciplinario, es decir, deben intervenir muchos médicos de diferentes especialidades. Dependiendo el estadío en que se encuentre la paciente con el cáncer, es el tipo de manejo que se le dará, ya que todos los tratamientos son individualizados, variando de persona a persona, sin embargo, éstos cada vez son más conservadores y con mayor índice de sobrevida. Los principales tipos de manejo incluyen cirugía, radioterapia y el tratamiento sistémico que incluye la quimioterapia, la terapia endocrina y la terapia dirigida a blancos moleculares, todos éstos se combinan y alternan dependiendo cada caso.
El seguimiento posterior al tratamiento consiste en valoración clínica periódica (trimestral los primeros dos años, del año tres al cinco, es semestral, y posteriormente, anual), con el objeto de descartar recaída local, regional o sistémica y la presencia de un segundo primario. Se debe realizar una mastografía, radiografía de tórax anuales y densitometria ósea semestral. El abordaje clínico debe ser completo con énfasis en sitios probables de recaída o complicaciones del tratamiento previo, según los hallazgos se realizan estudios de laboratorio y gabinete intencionados (como PET/CT). Es importante recomendar a la paciente realizar ejercicio aeróbico, evitar sobrepeso así como medidas de cuidado generales específicas, ya que esto puede afectar su calidad de vida. Se debe proporcionar información y soporte psicosocial al paciente y familiares.
Es claro entonces que, el cáncer de mama es un problema de salud mundial y un desafío para el sistema de salud, ya que es esencial la detección temprana y esto implica una respuesta social articulada y congruente, con las condiciones y recursos disponibles.
- Cirujano plástico reconstructivo.
- Especialista en tratamiento de cáncer de mamá.
- Cirujano plástico.
Fuente: Crónica