Tras dos años de pandemia de Covid-19, el papa Francisco realizó el tradicional lavatorio de pies de Jueves Santo. Lo hizo a 12 presos, hombres y mujeres de distintas edades y nacionalidades, en una cárcel en las afueras de Roma.
Este año, el Pontífice acudió a una cárcel de la ciudad portuaria de Civitavecchia, al noroeste de Roma, en la costa mediterránea.
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Francisco, según confirmó la Santa Sede en un escueto comunicado al término del acto, celebró misa esta tarde en la cárcel, en el litoral romano, junto a algunos presos a los que luego lavó los pies, como hiciera Jesús con sus discípulos.
En las únicas tres imágenes difundidas por el Vaticano se ve al papa arrodillado ante los detenidos a pesar de su dolor de rodilla.
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Los predecesores del Papa Francisco celebraron el servicio en la Basílica de San Pedro o en otra catedral de Roma. Pero tras su elección en 2013, el santo padre continuó con la tradición de celebrarlo en cárceles o asilos de ancianos, que inició cuando era arzobispo de Buenos Aires.
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