El primer ministro japonés Shinzo Abe y su gabinete presentaron su renuncia, allanando el camino para que su sucesor asuma el cargodespués de una confirmación en el Parlamento que se realizará horas más tarde el miércoles.
Abe, el primer ministro de Japón que más tiempo ha permanecido en el cargo, anunció a principios de mes que dejaría el puesto debido a problemas de salud.
“Dediqué mi cuerpo y mi alma a la recuperación económica y la diplomacia y a proteger los intereses nacionales de Japón todos los días desde que regresamos al poder”, dijo Abe a los reporteros en su oficina antes de dirigirse a su última reunión de gabinete.
El premier de 65 años de edad aseguró que su salud está mejorando gracias al tratamiento y agradeció el apoyo del pueblo, pidiéndole que respalde a su sucesor.
El secretario de Gabinete Yoshihide Suga, quien desde hace tiempo es considerado la mano derecha de Abe, fue elegido el lunes como nuevo jefe del gobernante Partido Liberal Democrático, lo que prácticamente garantiza que sea elegido primer ministro en una votación parlamentaria el miércoles, debido a la mayoría legislativa del partido.
Suga, un político autodidacta e hijo de un granjero de fresas de la prefectura norteña de Akita, ha resaltado sus orígenes al momento de prometer trabajar por los intereses de la gente común y las comunidades rurales.
Ha dicho que llevará a buen fin las políticas inconclusas de Abe y que sus prioridades serán combatir al coronavirus y reactivar a una economía golpeada por la pandemia. Obtuvo el respaldo de las figuras principales del partido y sus simpatizantes en las primeras etapas de la campaña, gracias a las expectativas de que continuaría con la línea trazada por Abe.
Suga ha sido un leal simpatizante de Abe desde la primera etapa de éste como primer ministro entre 2006 y 2007. Abe tuvo que concluir abruptamente ese mandato debido a problemas de salud, y Suga lo ayudó a volver al cargo en 2012.
Cuando se le preguntó qué le gustaría lograr como primer ministro, Suga elogió las labores diplomáticas y las políticas económicas de Abe.
Fuente: Excélsior