Aquella noche al mítico concierto del Cuarteto de Liverpool, que vivía el punto más alto de la Beatlemanía en Estados Unidos, asistieron 55 mil 600 personas, según cifras del eufórico empresario Sid Bernstein, quien se había encargado de realizar la presentación, pues fue él quien llevó a los melenudos al país del dólar.
Claro que no se contaba con los recursos técnicos de hoy, pues mientras en un baile grupero, por decir algo, se instala en la actualidad un centenar de mega bocinas y un escenario tubular de grandes dimensiones equipado con sendos sistemas de pantallas e iluminación, aquella noche en el campo de beisbol de los Mets de Nueva York apenas había un modestísimo templete desprovisto de escenografía, además de un amplificador para el bajo de Paul, otro para la guitarra de George, uno más para la guitarra de John, otro para los micrófonos, y párenle de contar. La marca Vox se había encargado de fabricarlos especialmente con una mayor potencia de 30 a 100 watts para este concierto que sólo duró media hora, por razones de seguridad.
La locura de los fans -en su mayoría mujeres- era tal que el ruido ensordecedor que provocaban sus gritos y llanto de histeria ahogaban la posibilidad de escuchar en vivo a los Fabulosos Cuatro. El baterista Ringo Starr diría más tarde: “Toda esa gente no vino a escucharnos, vino a vernos”; mientras Bernstein se regocijaba con el gran negocio: “Ganamos 304 mil dólares, la mayor recaudación en cifras brutas nunca antes vista en la historia del espectáculo”, demostrando con ello que los conciertos al aire libre en gran escala podían tener éxito y ser rentables. De esa cantidad, Los Beatles se llevaron 160 mil dólares.
Histórico, pues, fue un parteaguas el hoy mítico concierto, del cual el presentador de TV del momento, Ed Sullivan, así como el manager de Los Beatles, Brian Epstein y una firma empresarial del cuarteto, produjeron en sociedad un filme documental reseñando el evento.
En el mismo se ven escenas de Los Beatles corriendo por el campo de juego con sus guitarras bajo el brazo, rumbo al escenario, mientras las chicas en las tribunas lloran y se desgañitan y se jalan los cabellos en el paroxismo total, llegando hasta el desmayo. Bernstein contrató los servicios de dos mil policías y personal de seguridad para cuidar el orden, a muchos de los cuales se observa lidiando con las alocadas fans que lograban burlar el cerco.
Fue el inicio de la segunda gira de Los Beatles por Norteamérica, que constó de 10 presentaciones en Estados Unidos y una en Canadá. Las apariciones del cuarteto en el show televisivo de Ed Sullivan habían sido definitivas en la explosión de la Beatlemanía en el mercado estadunidense, contribuyendo notablemente al éxito sin precedente del concierto en un estadio de beisbol.
La lista de canciones incluyó 12 números, en este orden: Twist and shout, She’s a woman, I feel fine, Dizzy miss Lizzy, Ticket to ride, Everybody’s trying to be my baby, Can’t buy me love, Baby’s in black, Act naturally, A hard day’s night, Help y I’m down.