El semanario The Economist ha sacado una página con pronósticos hacia la elección presidencial en Estados Unidos. En ella, el candidato demócrata, Joe Biden, se perfila para ser el ganador del voto popular con un 97 por ciento de probabilidades y del colegio electoral (que es el que realmente importa) con un 89 por ciento de probabilidades.
Si nos asomamos a otras páginas que hacen pronósticos electorales, como RealClearPolitics.com Biden también se perfila para ganar por tener ventaja en todos los estados columpio menos en Georgia, en donde Trump le gana por 1 punto.
FiveThirtyEight también tiene pronósticos de Biden ganando cómodamente a Trump Además, hace un comparativo con índice de aprobación/desaprobación de Trump con todos los presidentes anteriores, desde Harry Truman y ahí se puede ver claramente que al nivel al que se ubica actualmente Trump solo han estado aquellos presidentes que perdieron la reelección (Jimmy Carter y George Bush padre).
Las casas de apuestas también le dan una cómoda ventaja a Biden de 60-40 frente a Trump.
Pero…
Aun con todos estos números favoreciendo a Biden, la elección todavía la podría ganar Trump. Hay que recordar que el sistema electoral de Estados Unidos es una democracia indirecta en la cual no gana quien más votos de la población en general recibe sino quien más votos del colegio electoral logra.
Me da la impresión de que los demócratas han olvidado esto en las últimas elecciones. Hillary Clinton dio por seguro los votos del medio oeste y por ello perdió el Colegio Electoral (306-232), aún habiendo ganado el voto popular por más de 3 millones de votos. Ahora, Trump puede perder el voto popular por cinco millones de votos y aun así ganar la presidencia.
Esto es porque los simpatizantes de Trump, su base electoral, se ubican en estados fundamentales para ganar el colegio electoral: en Florida, Michigan, Pennsylvania y Wisconsin.
Si, se habla de que Estados Unidos es un país muy diverso y que los ataques de Trump a los hispanos; a la comunidad LGBT y a otros segmentos del electorado progresista y diversos van a llegar a cobrarle la factura a Trump. El problema para los demócratas es que esta población más liberal y progresista se ubica en estados como California y Nueva York que son los que ya están en la bolsa de los demócratas. Aquí incluso podríamos sumar a Texas, pero de todas formas,
aun si los demócratas ganan Texas, Trump gana la elección si conserva los estados columpio arriba mencionados.
Para ejemplificar lo anterior basta tomar en cuenta que en 2016 Hillary Clinton ganó California con 4.2 millones de votos. Esto fue 1.2 millones de votos más de los 3 millones que recibió Barack Obama en el 2012, pero esos votos adicionales no significaron ni uno solo más del Colegio Electoral para Hillary.
Esta es la razón por la cual Trump ha gobernado para su base electoral sin importarle el resto del país o pensar en unificar a los estadounidenses. Con que Trump conserve su ventaja del 2016 de .2 por ciento en Michigan .7 por ciento en Pennsylvania y .8 por ciento en Wisconsin, ya la hizo para ganar en noviembre.
Para quienes pensamos que Trump debe abandonar La Casa Blanca para que el mundo pueda dejar atrás sus estridencias y desplantes, las encuestas animan pensando que Biden ganará, pero esta elección está lejos de haberse decidido. Los demócratas deberán dar la batalla hasta el final.
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Apostilla: Su elección de Kamala Harris como compañera de fórmula fue irse a la segura. Mujer afro-asiática-americana, sin ser extrema izquierda y con experiencia en Washington deben ayudar a Biden hacia adelante.