“Ah qué belleza ser italiano, cuando por la mañana el aire está perfumado, cuando al barista le pido desde lejos: ‘Augusto, ¡un capuchino sin espuma!’”, cantaba Roberto Benigni en una antigua canción. No hay dudas de que ese ritual diario —tomar un café o un capuchino en el mostrador de un bar antes de comenzar el día— fue uno de los rituales que los italianos más extrañaron durante los dos meses y medio que duró el encierro por el coronavirus. Así, con la reapertura del país este lunes, miles de personas se se apresuraron a sus locales favoritos para degustar un buen espresso. Algunos clientes, sin embargo, se encontraron con una sorpresa.
Varios bares han decidido que, para tratar de recuperar lo que se perdió durante el cierre, había llegado el momento de retocar (al alza) al precio del café. En ciudades como Milán, el capuchino el tradicional espresso pasó de 0,90 céntimos a 1 euro, mientras el capuchino de 1,30 euros a 1,40. En algunos casos aislados, el precio llegó hasta los 2 euros, según informes de medios italianos.
El caso más llamativo fue el de Vicenza, en la región de Véneto, donde cincuenta baristas han acordado aumentar el precio del pochillo a 1,30 euros y el del capuchino a 1,80 euros. En Florencia y Roma, un café en el mostrador puede ahora costar 1,70 y 1,50 euros, respectivamente.
¿La razón de estos aumentos de precios? Según muchos comerciantes, el reajuste es necesario para poder costear las medidas de saneamiento y la compra de dispositivos de protección: plexiglás, desinfectantes, alcohol, lavandina, protocolos de saneamiento diarios, máscaras, guantes. Todas cosas que terminan pesando en los bolsillos de los clientes.
Los italianos, no obstante, no se tomaron mal la novedad. Según una encuesta de la consultora YouGov, encargada por el Instituto Italiano de Espresso -una organización que reagrupa a 34 empresas productoras- el 72% de los encuestados dijo que estaba dispuesto a pagar más a cambio de una mayor seguridad en el lugar de consumo y el 68% a cambio de una mejor calidad. Los clientes (el 42%) valoran especialmente la adopción de medidas como el saneamiento continuo de las mesas y la limpieza de los platos con productos especiales (29%).
“Los clientes entienden los aumentos”, dijo un barista al Giornale di Vicenza. “Algunos hasta nos dejan el vuelto”.
Los medios también dieron cuenta de casos de clientes que voluntariamente pagaron el primer café después del encierro hasta 50 euros. “Este es el primer espresso después de la cuarentena y quiero darles a mi personal contribución ya que siempre me han servido bien y ahora están pasando un mal momento. El café de la reapertura merece esto”, dijo un hombre de Vicenza. Al día siguiente, ese mismo cliente pagó 5 euros por el café, pero no fue el único. “En ese momento sentí cierta vergüenza: somos de Véneto, acostumbrados a trabajar, no a recibir, pero admito que en este momento difícil me hizo bien”.
Lo mismo pasó en un bar de Marsala, en Sicilia. “Quédate con el vuelto, has estado cerrado por 50 días», dijo un cliente. “Es lo mínimo que puedo hacer. Soy una persona afortunada. Tengo un sueldo público que se paga gracias a sus impuestos”.
Más allá de los bares, no obstante, las organizaciones de defensa del consumidor advirtieron que el cierre prolongado de las actividades y los nuevos costos que deben afrontarse para apoyar el saneamiento podrán repercutirse en los precios de otros sectores, desde los alimentos hasta las peluquerías, la ropa, los restaurantes y el turismo. Los aumentos para las familias podrían ser de hasta 536 euros en un año.
Fuente: Infobae