El mundo vive situaciones inesperadas por el coronavirus y los precios de granos y cereales son síntomas de la volatilidad e incertidumbre. Mientras en Argentina el trigo llegó a valer más que la soja, como nunca, Brasil supera a EEUU como el primer exportador de soja del globo.
El mundo agrícola está revolucionado por la pandemia, el derrumbe de los precios del barril de crudo y otros fenómenos como la sequía en Europa, que se suman a situaciones latentes como la guerra comercial entre China y EEUU y los efectos del brote de gripe en cerdos (alimentados con soja) en el gigante asiático.
El valor de granos usados para producir combustibles (maíz para bioetanol y soja para biodiesel) cayó por la crisis petrolera y el hundimiento de la demanda por la cuarentena generalizada.
China, principal importadora de soja del mundo, tampoco ha dado señales claras de un repunte en sus compras, todavía golpeada por el impacto económico de la pandemia y por el momento abastecida gracias a su propio stock de reservas y los bajos precios del mercado, esencialmente de Brasil.
En sentido contrario, los principales productores de cereales para consumo humano directo (trigo, arroz, centeno) comenzaron a tomar medidas de restricción en las exportaciones para asegurar el autoabastecimiento, que produjo una suba de estos precios.
«Veníamos de años en los que el aumento de los ingresos en países en desarrollo comenzó a cambiar las dietas: hubo una recomposición en el consumo a favor de proteínas animales en desmedro de los cereales», dijo a Sputnik Agustín Tejeda Rodríguez, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
El experto aseguró que esta tendencia comenzó a revertirse como consecuencia de lo que se considera ya «la peor crisis del capitalismo moderno desde la Segunda Guerra Mundial», lo cual explica que materias primas para elaborar víveres elementales como el pan se tornen aún más esenciales y se estimule el sostenimiento de su demanda.
«Recordemos que cuando hubo precios altos récord de trigo, con inseguridad alimentaria, tuvimos revueltas políticas importantes en el norte de África y Medio Oriente. Es un cultivo que, ante una situación como la que vivimos, de incertidumbre, los países toman medidas restrictivas», explicó.
El coronavirus puso de cabeza el mercado agrícola en Brasil y Argentina, primer y tercer puesto en el ranking de los mayores exportadores mundiales de soja. Aunque con efectos desiguales.
En Argentina, sucedió algo insólito los últimos días. En el mercado doméstico de futuros, MATBA-Rofex, una tonelada de soja se valuó en 210 dólares mientras que el mismo peso de trigo se cotizó a 215 dólares, un viraje histórico, ya que la oleaginosa suele estar por encima, incluso al doble.
A pesar de que en el mercado internacional la soja sigue siendo más cotizada que el trigo (cercanos a los 310 y 190 dólares por tonelada, respectivamente, en la Bolsa de Chicago, referencia para EEUU), la situación se debe a las distorsiones que produce el diferencial entre las retenciones impositivas que aplica el país austral para la exportación de cada producto: 33 % para la soja, 12 % para el trigo.
Argentina es el sexto exportador de trigo del mundo y es el principal del hemisferio sur —como consecuencia de las devastadoras pérdidas que sufrió Australia por los incendios y tuvo ventas récord en diciembre de 2019 y enero de 2020 con 5,5 millones de toneladas despachadas.
«Argentina ingresa a la crisis con dos años de recesión y tiene poco margen de maniobra para aplicar políticas que puedan mitigar o compensar los efectos negativos. Todo esto hace que el escenario para la cosecha 2020/21 sea muy complejo, quizás como nunca. El que decide es el productor y hoy las señales están diciendo que el trigo se presenta como la mejor opción», analizó Tejeda, quien también aseguró todavía falta esperar como evoluciona el mercado.
La situación de Brasil pareciera ser la contraria. Exportó durante el primer trimestre de 2020 un volumen récord de soja de casi 18 millones de toneladas, 74 % con destino a China, principalmente por transformarse en competencia directa de los productos estadounidenses.
«China ha sido el epicentro de tres de los valores disruptivos que ha tenido el comercio de granos. Antes del coronavirus, estábamos hablando de la peste porcina africana, que significó la mortandad del 50 % del stock de cerdos chinos, principales consumidores de harina de soja, y de la guerra comercial con EEUU», elaboró el economista.
Después de una cosecha récord (120 millones de toneladas), la potencia sudamericana compensó la caída de los precios y la demanda mundial de los porotos de la oleaginosa con una devaluación de su moneda de 35 % acumulada en lo que va de 2020, tornándose sumamente atractiva en el mercado internacional.
Según estimaciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), las exportaciones brasileñas de soja crecerían en 1,5 millones de toneladas a 78,5 millones, mientras que las estadounidenses caerían 1,3 millones de toneladas este año.