El feminicidio de Fátima, una niña de siete años que fue secuestrada, violada y asesinada en la Ciudad de México conmocionó no sólo al país, sino a toda la región de América Latina, donde ser niña es un riesgo.
Este no es único crimen que ha ocurrido contra una menor de edad en Latinoamérica, pero sí revivió el debate sobre la importancia que tiene garantizar la seguridad de las niñas en la región.
En los últimos siete años han sido asesinadas 614 niñas o adolescentes en Latinoamérica, sólo por nacer mujeres, de acuerdo con datos recabados por el Grupo Diarios de América (GDA).
Estas cifras muestran que los países donde se dan más crímenes de género son México, Colombia y Costa Rica, donde entre el 2013 y 1017 se registraron dos mil 113 feminicidios contra menores de edad. De esos casos sólo se investiga el ocho por ciento.
Los cadáveres de las niñas fueron encontrados en su mayoría cerca de lugares que frecuentaban, es decir su casa, la escuela, un parque, la ruta de transporte público que usaban o en casas cercanas a su domicilio.
Los presuntos responsables no reciben sentencia, pues se trata de padres, padrastros, tíos, hermanos, primos, vecinos, amigos o conocidos de la familia, quienes atentan contra la vida de niñas confiando en que esos crímenes quedarán impunes.
En México entre el 2013 y 2018 se registraron 43 casos de feminicidios de niñas y adolescentes, de estos sólo ocho presuntos responsables han recibido condena y en tres estados, donde se concentran la mayoría de los casos no hay una investigación que permita dar con los responsables.
Tan sólo en el 2019 se cometieron 12 feminicidios de menores de edad, de acuerdo con datos publicados por la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).
El caso de Fátima fue conocido no sólo en México, sino en toda la región de América Latina, donde se dio a conocer como un acto de crueldad contra una niña que tenía sólo siete años cuando fue secuestrada y asesinada por una pareja.
Jimenita, el caso que horrorizó a Perú
María Jimena tenía 11 años cuando fue secuestrada al salir del colegio; la niña había asistido a clase de manualidades en la región de Canto Rey, san Juan Lurigancho cuando fue interceptada por un hombre que se la llevó en bicicleta.
Su secuestrador fue identificado como César Alva, quien fue conocido como “El Monstruo de la Bicicleta”, pues no sólo abusó sexualmente de Jimenita, sino que en su afán de esquivar a la justicia quemó el cuerpo de la pequeña y lo abandonó en la calle.
Yuliana, la niña indígena asesinada por un rico
El caso de Yuliana cimbró a todo Coombia; ocurrió el diciembre del 2016 y la indignación que causó se debió en parte a que la niña provenía de una familia indígena y su homicida fue un hombre de una familia acaudalada.
Yuliana Samboni fue secuestrada mientras jugaba fuera de su casa; se la llevó un hombre de 38 años quien la subió a su auto para llevarla a su departamento. El secuestrador era un conocido arquitecto, integrante de una de las familias más conocidas y ricas de Colombia: Rafael Uribe Noguera.
La niña de siete años fue agredida sexualmente, torturada y asfixiada hasta la muerte. Yuliana se sumó a las 356 niñas que fueron asesiandas en Colombia entre el 2015 y 2017, de acuerdo con el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de ese país.
“Calcetitas rojas”, un crimen de odio
Lupita tenía sólo cuatro años de edad cuando fue severamente castigada por su madre luego de haberse orinado en la cama, la golpeó brutalmente y el novio de su madre la violó azotó en repetidas ocasiones contra el piso hasta que perdió la vida.
La pareja abandonó el cuerpo de la pequeña envuelto en una manta, la niña estaba vestida con una playera verde y unas calcetas rojas por lo que así fue conocida. La madre de Lupita y su no vio fueron sentenciados a 88 años de prisión por el homicidio de la niña.
Fuente: El Heraldo de México