La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca es uno de los parteaguas en el comercio mundial. La primera acción tomada por su administración en el plano comercial fue la amenaza de concluir el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), generando incertidumbre a los empresarios de los tres países, ya que existe una interdependencia de las economías que se ha formado a lo largo de 25 años.
Para poder entender el Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) es necesario considerar que la ratificación del nuevo tratado es la evolución de un complejo camino que México emprendió en 1980 con el presidente Miguel de la Madrid. En la década de los 80’s se tomó la decisión de iniciar un proceso de liberalización unilateral y de formar parte del Acuerdo General de Aduanas y Comercio (GATT por sus siglas en inglés). El proceso de apertura comercial lo culminó administración Salinas (1988-1994) con la firma del TLCAN. En ese momento, el TLCAN era la mayor zona de libre comercio del mundo con un enfoque disruptivo ya que se incluían desgravaciones a bienes, servicios, inversión extranjera, respeto a la propiedad intelectual, compras gubernamentales y mecanismos de solución de controversias. En la siguiente tabla se puede observar como la firma del TLCAN dinamizó las exportaciones de México en un periodo muy corto de tiempo.
La firma del TLCAN generó mucha incertidumbre en el tema agroalimentario, ya que se las reacciones eran que el sector había perdido en la negociación y que la agricultura nacional desaparecería. Lejos de desaparecer la agricultura de México, a lo largo del tiempo se fortaleció y explotó las ventajas competitivas con las que cuenta el país. En la siguiente gráfica podemos apreciar el comportamiento de la balanza agroalimentaria nacional.
El comercio exterior agroalimentario con EE.UU es aproximadamente el 80% del valor total de las exportaciones de acuerdo a información de SIAP. Desde la apertura comercial del TLCAN el crecimiento de las exportaciones se ha incrementado en 843% a una tasa media anual de 9% y en los últimos 5 años ha presentado un saldo positivo en la balanza. Se estima que para 2019 el cierre de las exportaciones será del orden de 37 mil millones de dólares, de los cuales 30 mil millones son por ventas al mercado de Norteamérica.
México, exporta grandes volúmenes de frutas, hortalizas, cerveza, mezcal, azúcar y bovinos hacia EE. UU. e importa principalmente granos, oleaginosas, lácteos y cárnicos de nuestro socio comercial. Existe una gran vinculación de ambas economías la cual fue perfeccionada y regulada por el TLCAN y el trabajo de 25 años entre las partes.
Con la experiencia de la firma del TLCAN -y los buenos resultados para las consumidores y productores- el proceso de renegociación del T-MEC en el capítulo agropecuario fue más suave que otros capítulos, lo cual tiene mucho sentido, debido a que México es el mayor importador de maíz en el mundo con 16 millones de toneladas anuales (cierre estimado 2019) y el mayor proveedor de dichos granos es EE. UU. con un valor de mercado -granos y oleaginosas- cercano a los 5 mil millones de dólares anuales. El nuevo texto aprobado por las partes y ratificado por el Senado de México no tiene grandes cambios en el apartado agropecuario como tal; aunque se observan condiciones favorables como el reconocimiento al tequila y mezcal como producto distintivo de México.
La preocupación que el sector agroalimentario debe de tener es la lectura armónica de todos los capítulos del nuevo tratado en el cual observamos que las reglas de cuidado al medio ambiente y responsabilidad social que podrían volverse unas barreras técnicas en el comercio internacional para productos como aguacate -derivado de la deforestación- o de la pesca -sobre explotación de las pesquerías-. Asimismo, el capítulo laboral hace patente la eliminación del trabajo infantil y el cuidado al trabajador que podría desatar paneles sobre las condiciones de los trabajadores agrícolas -es necesario recordar los problemas que pasó el sector hortícola hace unos años-.
El último apunte sobre el nuevo tratado es sobre los subsidios a la producción agrícola que pueden distorsionar el comercio internacional. En el caso de México es poco probable que con la estructura de subsidios aprobados para el ejercicio fiscal 2020 genere alguna controversia; sin embargo, nuestro socio comercial cuenta con diversos subsidios en el Farm Bill que podrían afectar el interés de la agroindustria nacional.
La modernización del Tratado de Libre Comercio con nuestros socios comerciales era necesaria, y la ratificación por parte del Congreso de EE. UU. refleja lo estratégico que fue la apertura comercial hace 26 años. Las economías hoy tienen mayor certidumbre sobre el tránsito de las mercancía, consolidando T-MEC como una de las zonas más importantes y dinámicas de comercio.