Vladímir Putin pavimenta el camino para una transición. Y el primer capítulo para lograrlo es tener un nuevo Gobierno. El primer ministro de Rusia, Dmitri Medvédev, y su Gabinete han renunciado este miércoles solo unas horas después de que el presidente ruso haya propuesto en su ceremonial discurso anual sobre el estado de la nación cambios “sustanciales” en la Constitución que debilitarían la autoridad de un eventual sucesor y podrían extender su control sobre el poder. Como colofón a una jornada intensa de reorganización, el presidente ha propuesto como nuevo jefe del Ejecutivo al poco conocido responsable del Servicio Federal de Impuestos, Mijaíl Mishustin.
Las modificaciones constitucionales que ha sugerido el líder ruso establecen nuevos requisitos, y más duros, para liderar el país, fortalecen el papel del Parlamento y de un renovado Consejo de Estado. El inesperado anuncio de reformas y el repentino cambio de Gobierno son la mayor sacudida política para Rusia en años y alimentan la especulación de que Putin busca otro puesto para mantenerse en el poder tras 2024, cuando acaba legalmente su mandato.
Medvédev, que ha ocupado fielmente el cargo de primer ministro en varios mandatos desde 2012, declaró que la renuncia busca dar a Putin espacio para llevar a cabo los cambios constitucionales propuestos. «Estas enmiendas, cuando se adopten, supondrán cambios significativos no solo en varios artículos de la Constitución, sino también en el equilibrio de poder», ha dicho Medvédev, aliado durante años de Putin, que anunció su dimisión en una intervención retransmitida por la televisión estatal sentado junto al presidente.
Tras gobernar como presidente durante dos primeros mandatos (2000-2008), Putin situó a Medvédev en su puesto entre 2008 y 2012 para esquivar la prohibición de ser jefe de Estado durante más de dos periodos. Durante esos cuatro años, el actual presidente ejerció como primer ministro y luego volvió a intercambiarse los cargos con Medvédev. El hasta ahora primer ministro asumirá un cargo de nueva creación: vicejefe del Consejo de Seguridad que lidera el presidente ruso. No es un destierro funesto, el cargo se ha comparado a una vicepresidencia; aunque muy fuera de los focos.
Su sustituto, Mijaíl Mishustin, es un tecnócrata con fama de eficiente, pero una figura muy poco conocida para el público general; el jefe del organismo tributario ruso no estaba en las quinielas de favoritos ni mucho menos. Su nombramiento debe ser ahora refrendado por la Duma estatal (la Cámara Baja).
“Estas [modificaciones en la Constitución] suponen cambios muy serios en el sistema político”, ha recalcado Putin a medio día ante un atril frente a los 620 senadores y diputados y a numerosos invitados de la élite del país. El líder ruso ha sugerido enmendar la ley principal rusa para dotar de más autoridad a la Duma estatal y al Consejo de la Federación (las dos Cámaras legislativas rusas), que será quien nombre al primer ministro y a los ministros del Gobierno; hasta ahora solo daba el visto bueno a lo designado por el presidente. «Así aumentará el papel del Parlamento y los partidos parlamentarios, los poderes y la independencia del primer ministro», ha dicho casi al final de su intervención de 80 minutos, que estuvo dedicada sobre todo a cuestiones sociales. Un comentario que encendió la posibilidad de que Putin se convierta de nuevo en primer ministro.
En lo que varios analistas consideran un movimiento para sentar las bases y preparar la transición del país, el líder ruso no solo habló de rebajar los amplios poderes que ahora tiene la presidencia, sino también de limitar a dos, en total, los mandatos. Ahora, la Constitución rusa permite que sean dos “consecutivos”, una cláusula que se eliminaría y que es precisamente la que le ha permitido ser presidente durante cuatro periodos, alternándolos con un mandato de primer ministro en medio.
Putin propuso además endurecer las condiciones para presentarse a la presidencia y a encabezar las regiones rusas: quedarán vetados quienes no hayan vivido en Rusia durante los últimos 25 años, hayan tenido nacionalidad extranjera, y tampoco podrán presentarse quienes dispongan o hayan dispuesto de permiso de residencia en otro país.
Con las distintas modificaciones, Putin, de 67 años y que lleva en el poder desde hace dos décadas, se aseguraría que nadie esté en el cargo durante tanto tiempo como él, ni acumule tanta autoridad. Es la persona que más tiempo ha estado al cargo desde Josef Stalin (en la URSS). Su sucesión y qué papel desempeñará el hombre que maneja todo el poder es una cuestión vital para un país con la economía estancada y la ciudadanía exhausta por el empeoramiento en el nivel de vida.
«Rusia ha entrado en su período de transición de poder antes de lo previsto», opina la politóloga Tatyana Stanovaya, fundadora del grupo de análisis R. Politik. “Putin se está preparando para dejar la presidencia —ya sea en 2024 o incluso antes—, y está tratando de crear un mecanismo de seguridad para su sucesor en caso de conflicto. Al mismo tiempo, se está deshaciendo de Medvédev, que se ha vuelto tóxico para la élite y la población en general. Esto debería hacer que el periodo de transición sea más suave”, explica analista por escrito. El hasta ahora primer ministro, salpicado por acusaciones de corrupción, tiene un índice de popularidad de un 37,9%, según la encuestadora estatal Vtsiom (datos de diciembre). El de Putin, aunque ha sufrido altibajos grandes, es de 70,3%.
Pero Putin evitó arrojar más detalles sobre sus planes de futuro y dejó abiertas las opciones. En otra posible salida apetecible, ha hablado de fijar en la Constitución el papel y los poderes del Consejo de Estado, un órgano consultivo encabezado por el presidente —y en el que están representadas todas las regiones de Rusia— que ahora tiene un rol meramente ceremonial. Si se logra un Consejo fortalecido y con poderes significativos, aventuran, encabezarlo podría ser el cargo elegido por Putin. Un escenario que cobra más sentido con una presidencia sin tanto poder como la actual. Un modelo como el empleado por Deng Xiaoping —líder supremo— en China, o incluso como el escogido en Kazajistán por Nursultán Nazarbáyev, que pese a apearse de la presidencia sigue al frente en cuestiones clave.
El presidente ruso propuso otro cambio significativo: que las normas de la Constitución prevalezcan frente a las normas y exigencias de los acuerdos internacionales. «Rusia puede ser y seguir siendo Rusia solo como un Estado soberano. La soberanía de nuestro pueblo debe ser incondicional», ha recalcado. «Las exigencias del derecho y los acuerdos internacionales así como las decisiones de los organismos internacionales pueden funcionar en el territorio ruso solo en la parte en la que no limiten derechos y libertades de la persona y el ciudadano y no contradigan nuestra Constitución», ha añadido. Los cambios deberán ser aprobados mediante un referéndum, el primero de ese tipo desde 1993.
Putin ha defendido los cambios constitucionales como un «esfuerzo» por mejorar la democracia. Serían la primera revisión importante del sistema político de Rusia desde 1993. El anuncio y la reorganización de Gobierno han sacudido a la élite política. Es la primera vez en la segunda década de Putin en el poder que renuncia el Gobierno en bloque, aunque había habido episodios durante sus dos primeros mandatos. Tras el anuncio de dimisión, el rublo y el índice agregado de la Bolsa de Moscú se desplomaron, aunque poco después se han recuperado.
Fuente: El País