Se me informa que la idea de remover a Cuitláhuac García del Gobierno de Veracruz ha sido, desde un principio, de Alfonso Romo. De hecho, cuando le hicieron este planteamiento a López Obrador por primera ocasión, la respuesta fue un “no” contundente, sin embargo, con el paso del tiempo, su perspectiva ha cambiado.
Después de varios meses y yerros cometidos por su amigo Cuitláhuac García, AMLO entendió que en el caso particular de Veracruz, la lealtad y sumisión a su palabra no son suficientes. Se requiere estrategia y don de mando.
El documento alternativo que Alfonso Romo colocó en las manos de AMLO propone, (tal como lo adelanté en mi columna anterior), remover al Secretario de Gobierno, o en su defecto, disminuir su poder enviándole una comitiva de Segob que opere “tras bambalinas”.
Sin embargo, el documento original, (o propuesta inicial de Romo), siempre ha sido “traerse a Cuitláhuac al Gobierno Federal apenas cumpla dos años como Gobernador, de otra manera, se corre el serio riesgo de perder el arrastre morenista que el propio AMLO logró en ese estado”.
Lo que en un principio resultó inaceptable para AMLO, con el paso de los meses ha sido considerado una necesidad por el propio Presidente de la República: retirar a Cuitláhuac García como Gobernador de Veracruz. Deberán esperar dos años, para evitar elecciones extraordinarias, pero la decisión está tomada.
Romo lo decidió y López Obrador acabó secundándolo. El peor enemigo de Cuitláhuac García ha sido él mismo, nadie más. ¿Qué podría salvarlo de su inminente relevo? Simple, que los astros se alinearan y dejara de cometer errores.
Las visitas de AMLO a Veracruz continuarán con el afán de matizar el desastre que su pupilo ha generado, pero la mirada del Presidente para Cuitláhuac García ya no será la misma. “Le mintió en su cara, en plena conferencia de prensa mañanera, sobre la existencia de nepotismo en su Gobierno. Andrés Manuel está muy decepcionado de Cuitláhuac; de verdad lo está”, me afirmaron, desde Palacio Nacional.
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