Evidente resultó la ansiedad del Presidente López Obrador por evitar que, durante “la mañanera” del viernes pasado, su Gobernador en Veracruz pudiera cometer otra de sus imprudencias ante medios de comunicación.
“Eso te lo respondo yo”, se adelantó AMLO a decir al reportero que insistía, y de esa forma arrebató a Cuitláhuac García su intención de seguir defendiendo lo que a todas luces es imposible: la inexistencia de nepotismo en su gobierno.
Increíble resulta que, a pesar de que el propio Presidente pidió a sus colaboradores a través de una carta, abstenerse de beneficiar a sus familiares “lejanos o cercanos” con cualquier apoyo oficial, el Gobernador de Veracruz desacate la instrucción y sostenga a “presuntos consanguíneos” en su administración.
La mera duda sobre la existencia de nepotismo en su gobierno, (tomando como base la ideología que defiende AMLO), debería ser suficiente para que Cuitláhuac García removiera, sin chistar, cualquier persona que pudiera afectar su ya delgada credibilidad como mandatario.
Posterior a “la mañanera” donde AMLO repitió que su Gobernador en Veracruz es “trabajador, honesto y de buenos sentimientos”, además de una “bendición” para el estado, la cara de Cuitláhuac García no ocultaba su molestia al tener que ser defendido (otra vez) en público, como niño reincidente que es respaldado por su padre frente a la maestra en el colegio.
“No sabemos de qué tamaño es el compromiso de Cuitláhuac con aquellos supuestos familiares que tiene en su nómina, pero el que no tengan los apellidos García Jiménez no los libra de ser consanguíneos lejanos, eso es lógica básica”, me dijo con cierta molestia un personaje cercano al Presidente.
“A ver, ¿escuchaste que AMLO destacara al defender a Cuitláhuac su pericia o capacidad intelectual para resolver los problemas de Veracruz?, ¿no, verdad? Así lo vemos todo el equipo de asesores por acá”, me comentaron desde Palacio Nacional.
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