Rodrigo Navarro
Froylán López Narváez decía que la rumba también es cultura. Nosotros parafraseándole, en nuestro proyecto Comunicar para Conservar que amablemente alberga Pepe Cárdenas hemos sostenido que la cultura también es Desarrollo Sustentable. Así que hemos asistido mi esposa y yo a presenciar la adaptación libre en teatro del español Alfonso Latorre estelarizada por el excelente elenco del Creah Teatro y su magnífica directora Anabel Hibernon, del clásico El Extraño Caso del Dr Jekyll y Mr. Hyde.
Hay que despojarse de ideas preconcebidas sobre esta alegoría de Stevenson escrita en 1886, que se vale del binomio Dr. Jekyll-Sr. Hyde para representar la idea del bien y el mal absolutos. Tanto asi, que se convirtió en el arquetipo literario del bien, personaje puro exento de dudas y de conflictos morales, y del mal libre de ataduras morales que representaba la doble moral victoriana, respetabilidad externa, lujuria interna.
En esta versión se coloca en la Alemania Nazi antes de la guerra en la época en que se encumbra a Hitler como el Führer en 1933, donde Mr. Hyde cae como anillo al dedo a la barbarie nazi. No vamos a contar nada más para que acuda usted querido lector a ver esta magnífica versión de Anabel y su grupo actoral.
Este ha sido un tema que obsesiona a Anabel Hibernon y que tiene que ver con la noción del doppelgänger, el que camina al lado, que esta relacionado con “esas dos regiones del bien y del mal que dividen y componen nuestra doble naturaleza”, el pasajero oscuro de Dexter Morgan. Lo homogéneo que se oculta en lo heterogéneo, y acabaría por aterrizar en el campo de la psiquiatría en forma de “divided self”. Lo habíamos platicado y discutido con ella en un fallido taller literario que tuvimos hace unos cinco años.
El Extraño Caso del Doctor Jekyll y el Sr. Hyde constituyó “una elaboración urbana, reflexiva, filosófica y moralista del proceso transformista que conduce la hombre a la bestia o viceversa, y de ella resulta una concepción particularmente moderna, de una contemporaneidad asombrosa que recoge la lucha interna a través del binomio Jekyll-Hyde” (Beatriz Villacañas, Universidad Complutense de Madrid 2001).
El libro es conocido por ser una representación vívida de un trastorno psiquiátrico que hace que una persona tenga dos o más identidades o personalidades con características opuestas entre sí. Tanto que deforma y cambia su apariencia física para representar el opuesto. Dice la leyenda que lo escribió en tres días y lo quemó tras las críticas vertidas por su esposa Fanny y de nuevo lo escribió en tres días. Vendió cuarenta mil copias en seis meses.
La literatura, y en concreto la obra de Stevenson, nos muestra cómo los protagonistas proyectan muchos de los contenidos de lo inconsciente que son censurados a toda costa por una cuestión moral o social. (Martha Gómez Moreno. Universidad de Granada, 2011).
En la novela de Stevenson existe un elemento que, a mi entender, además de cumplir su función en el engranaje de la trama actúa como una poderosa metáfora: la puerta. El Dr. Jekyll a través de su brebaje, abre la puerta al mal (la de su laboratorio), por un tiempo le contiene con un candado cuya llave es el brebaje hasta que ya no puede hacerlo por ser ineficaz y Mr. Hyde se manifiesta por sí mismo. Y el mal, como sucede con Fausto y con Frankestein, como sucede en las grandes tragedias, una vez que queda en libertad, es una fuerza incontrolable que se apodera de todo lo demás. La ciencia en manos de un doctor como Jekyll puede ser una puerta abierta hacia la destrucción. Habrá quienes no resistan la tentación de aplicar la metáfora a la 4ª Transformación y los tiempos actuales que se viven en nuestro país. En esta adaptación de Latorre-Hibernon la esvástica Nazi y lo que representa, crea esa metáfora poderosa.
El cuerpo de Jekyll se convierte cuando menos lo desea en el monstruoso cuerpo de Hyde, cuyo nombre recrea la idea de lo oculto, lo escondido a través del verbo en inglés, to hide, esconder. La vida sigue siendo un enigma para ciencia como la literatura y el teatro. Es este punto de encuentro entre la necesidad y el temor que le otorga a la ciencia su fascinación y por tanto su cualidad literaria y teatral. Esta es una historia trágica y desmesurada como sus propias ambiciones o las del nazismo.
El doctor impulsado por una pasión irrefrenable a la investigación científica, va más alá de los límites morales, religiosos. Sociales a los que está sometido como científico (igual que lo hizo la ciencia nazi y su noción de la raza pura) y como ser humano, lo que hace a su acción trasgresora convertirse en un monstruo, separándose de su humanidad, que le une al resto de los hombres. Se encuentra atrapado entre sus deseos y sus obligaciones. En el héroe actual esta división ya no es tan clara y el héroe por ejemplo, puede matar si mata a seres moralmente inferiores a él, como hace el imperialismo norteamericano.
Es muy a menudo el poder del científico, no siempre controlado ni controlable, lo que hace trascender su realidad cotidiana y le convierte en figura, en un personaje. Como Prometeo es castigado de forma implacable.
“Ya no es aquel héroe solar tipificado por Joseph Campbell exento de dudas y de conflictos morales, con principios sólidos inquebrantables y con la misión de “proteger y servir”. El héroe ha caído en un gris moral producto de un estado de crisis, de esa fractura identataria, del sol negro –como el eclipse del opening crepuscular de Héroes– que tiñe la mentalidad norteamericana a partir del 11-S9” (Villacañas).
Hay una magnífica versión cinematográfica de 1931 dirigida por Rouben Mamoulian y el original radiofónico de Latorre en Youtube, pero por nada debe perderse esta versión cozumeleña del Dr. Jekyll y Mr Hyde en donde hay un par de agradables sorpresas como Gerónimo Tello y Tania Nacif, la madurez escénica de Marco Masson y Julio Ordoñez, el debut de Yolis Eqihua y todo el peso escénico que recae sobre Ludwig Ruíz. Se la recomendamos ampliamente querido lector.
Anabel me invitó a presenciaron ensayo hace un mes y no pude asistir por encontrarme en la CdMx, si la hubiese visto le hubiera recomendado explorar la veta del amor entre Mr. Jekyll y Helga; y la atracción entre esta misma y Mr. Hyde. Aunque no lo parezca también era una historia de amor basada en el romanticismo de la época, y que no aparece en la segunda versión después de que su esposa Fanny lo hizo quemar el manuscrito. En la segunda versión es donde la alegoría del bien y del mal eclipsó esta idea que si explota la versión cinematográfica de Mamoulian de 1931.
Mención aparte merece la dirección de Anabel Hibernón que apuesta por la creación de un espacio teatral nuevo y diferente, con pasarelas, un poco de clown y de comedia del arte que le dan dinamismo a la escena. Un espacio construido a base de esfuerzo y amor al teatro para ofrecer en Cozumel una alternativa digna y de calidad que bien vale la pena apoyar. Diseño gráfico corre a cargo de Ernesto Testi.
Un guiño en la dirección de Anabel es abrir, gracias a la pasarela, dos puntos en 180º, una pantalla en close up de la escena principal. Situación prohibida en la ortodoxia teatral. Anabel no solo ha profesionalizado a su elenco sino que también pone corazón, tiempo y dinero en este proyecto teatral.
Dr. Jekyll and Mr. Hyde se presentará de jueves a domingo a las 8 p.m. en las instalaciones de Creah Teatro hasta el 8 de junio (el 11 de mayo no hay función), asista habrá valido la pena. Tiene un costo de 100 pesos, el dinero le es devuelto si asiste a la función y al final si usted quiere donarlo sirve a una buena causa, fomentar el buen teatro en la isla. Felicidades a Anabel y a todo el elenco.