Delito es toda acción u omisión que sancionan las leyes penales. Así se define en todas las culturas y sociedades del mundo a la comisión de un acto ilícito. La mayoría de los autores especializados en el estudio de los delitos y de los delincuentes se preocupan, de modo directo o indirecto, por la etiología del delito, es decir de lo que causa el delito.
Los criminólogos han estudiado los procesos por los cuales los individuos se convierten en delincuentes, elaborando las correspondientes teorías sobre la delincuencia, y también han estudiado la relación existente entre los delitos y las variaciones en la cultura, la educación y la organización social, elaborando también las correspondientes teorías acerca de los delitos.
En algún punto de mi carrera burocrática tuve la oportunidad de encabezar las labores de Política y Estadística Criminal, después las de Prevención del Delito, y finalmente las de Servicios a la Comunidad en la Procuraduría capitalina. Desde entonces, siempre he sabido que no habría avances sustantivos en educación, salud y economía si no se resolvía primero el más grave problema que es la inseguridad.
Las tres titularidades que tuve me dieron la oportunidad de percatarme que para disminuir la comisión de delitos no había más que dos tareas: aplicar correctamente las teorías de Prevención del Delito, y acercarse a la comunidad capitalina mediante los Comités de Seguridad Vecinal y los de Seguridad Escolar. Es muy importante tener la suficiente habilidad política para aplicar las estrategias de manera efectiva. Nada más cercano a la verdad.
El país entero enfrenta, hace por lo menos dos décadas, una época de inseguridad pública como lo demuestran la percepción popular, los índices delictivos provistos por el Gobierno y la información mediática. Y en estos días, estas semanas y meses recientes el delito ha aumentado ostensiblemente. Nos hemos dado cuenta que la falta de interés de gobiernos anteriores en tareas de prevención, han producido este caos que estamos sufriendo.
El compromiso es ir al fondo de este gran problema, creando una conciencia cívica de prevención del delito y combatiendo a fondo la impunidad y la corrupción que han dado lugar a un crecimiento desmedido de la delincuencia. Durante mi gestión como Director General de Prevención del Delito en la, entonces, Procuraduría del DF manifesté y expresé en diferentes foros ciudadanos que los propósitos de los Programas de Prevención de Delito deberían ser el acercarse a la ciudadanía y ganar su confianza, basados en la profunda convicción de que trabajar con apego a las leyes y en beneficio de la comunidad producirá buenos frutos.
Hace tan solo veinte años no se previó un período tan difícil y detonador de un sinfín de conductas antisociales. También entonces se inició un cambio en el rumbo económico, no solo de México, sino en el mundo. Prever es anticiparse a las tendencias del hecho social y tomar las decisiones necesarias para conjurar lo negativo y fomentar lo positivo.
Criminólogos, sociólogos, preventólogos, penalistas, encuestadores, estudiosos, y formadores de opinión hablan y expresan acerca de sus modelos y clasificaciones de la Prevención. Todos están de acuerdo en que la mejor forma de combatir a la delincuencia es la Prevención, y se insiste en tres tipos de prevención, siendo la primaria la más estudiada y difundida, y por ende la mejor.
La prevención primaria consiste en actuar antes de que se produzca el delito. Aquí, principalmente la autoridad toma ciertas medidas para reducir la criminalidad, por ejemplo, los rondines de policía preventiva, el patrullaje pie a tierra, la presencia policíaca en bicicleta, etc. Es el tipo de prevención más sencillo, primitivo, primario; es la prevención que se hace casi por lógica: la presencia de la autoridad inhibitoria. Los grupos de la población prioritarios son los de niños y jóvenes, sin que esto implique descuidar otros grupos poblacionales.
La prevención secundaria es aquella en la cual las autoridades y la comunidad actúan sabiendo que se ha cometido el delito y tratarán de prevenirlo tomando decisiones, por ejemplo, los comités de seguridad vecinal y las acciones que los vecinos llevan a cabo para protegerse: seguridad privada, alarmas, rejas, perros amaestrados, etc. Es una prevención bilateral; no se da sin el concierto de gobernantes y gobernados. Aquí se busca detectar a los delincuentes y cerrarle los espacios de cometer su acción ilícita. Debe haber una gran difusión en los medios de comunicación y captación de la ciudadanía.
La prevención terciaria es la de rehabilitación y readaptación social, es decir, cuando el delincuente ya se encuentra en la cárcel, y la finalidad es rehabilitarlo socialmente. Lamentablemente los penales son las mejores escuelas de delincuentes y su readaptación será más difícil. Hay tratadistas que definen a esta prevención como represiva.
Premio Nacional de Periodismo 2018