La estadística es contundente: de las 9 postemporadas en las que Nueva Inglaterra ha llegado al Super Bowl, es esta en la que los Patriotas han dominado categóricamente a sus rivales en tiempo de posesión de balón, con un promedio de 41:09 minutos, al menos ocho más que el que registraron en todas las campañas en las que ganaron el Trofeo Vince Lombardi.
La clave: Tom Brady ha descargado más su brazo y ordenado más jugadas por tierra (82), sólo 17 menos que en 2004, a falta de las que utilice el próximo domingo en la edición LIII del encuentro por el título de la NFL.
Pero no es que el mariscal de campo haya relegado por completo el ataque aéreo que siempre ha predominado en su carrera –ya que incluso fijó una nueva marca para la Liga con más yardas por aire en temporada regular y playoffs–, sino que ha demostrado su capacidad de evolucionar y adecuarse a las necesidades de la ofensiva del equipo.
Tal es así que, sin haber sufrido ninguna captura en esta postemporada hasta ahora, la última ocasión en que el quarterback de 41 años no fue derribado detrás de la línea de golpeo en dos encuentros de esta instancia fue en 2003, cuando conquistó su segundo anillo de campeón.
Al menos, Brady ya se impuso, nuevamente, al mismo discurso de cada inicio de campaña: el final de su dinastía está cerca.
Fuente: El Financiero