Manifestantes franceses conocidos como «chalecos amarillos» marcharon este sábado en París y otras ciudades de Francia para hacer ver sus dificultades para llegar a fin de mes, un día después de que el Gobierno del Presidente Emmanuel Macron endureció su postura contra ellos.
A dos meses del comienzo de los bloqueos de carreteras y manifestaciones callejeras, a veces violentas, en París, los «chalecos amarillos» intentaron inyectar nueva fuerza a un movimiento que se debilitó durante las vacaciones de fin de año.
Sacudido por los disturbios, el Gobierno de Macron comenzó el nuevo año a la ofensiva, calificando a quienes se manifiestan como agitadores que buscan derrocar al Gobierno.
La Policía detuvo el miércoles por la noche a uno de los líderes más destacados del movimiento.
Este sábado, miles de manifestantes marcharon pacíficamente desde el Bulevar de los Campos Elíseos hasta el centro de París. Algunos cantaron el himno nacional, «La Marsellesa», otros agitaron pancartas que decían «¡Macron, renuncia!» y «Abolir los privilegios de la élite».
No obstante, se presentaron algunos altercados con la Policía francesa. El primero fue en las proximidades de la Prefectura de Policía, junto al Río Sena, poco después de las 14.00 hora local (13.00 GMT), al inicio de la marcha entre el Ayuntamiento y la Asamblea Nacional.
La policía respondió con gases lacrimógenos al lanzamiento de piedras y botellas contra los agentes por parte de manifestantes encapuchados.
Unos cuarenta minutos más tarde, los agentes volvieron a recurrir a los gases lacrimógenos y a las porras cuando decenas de «chalecos amarillos» trataron de atravesar uno de los puentes del Sena frente al jardín de las Tullerías, fuera del itinerario marcado para la manifestación.
Los grandes almacenes Galeries Lafayette cerraron brevemente, pero las boutiques y restaurantes de lujo permanecieron abiertos.
El impulso ha sido el malestar entre los trabajadores y la clase media-baja por el menor poder adquisitivo y la creencia de que Macron es sordo a las necesidades de los ciudadanos y que promulga reformas que sólo favorecen a los ricos.
«No tienen derecho a dejarnos en una mierda como esta», dijo el manifestante Francois Cordier. «Estamos hartos de tener que pagar todo el tiempo, hemos tenido suficiente de esta esclavitud. Deberíamos poder vivir con nuestros salarios».
Miles más se reunieron en Burdeos en el sudoeste, en Rouen en el norte y en Marsella en el sureste, pero la convocatoria pareció mucho menor a la participación en las primeras semanas de las protestas.
Fuente: Reforma