Carlos Ferreyra
La foto es nada más para ilustrar a los lectores sobre el arduo trabajo de nuestros senadores: el Niño Verde toma un ligero refrigerio mientras maquiavela su siguiente cochupo para seguir destruyendo Cancún. O en lo que piensa que invitada se caerá se su departamento en esa población.
1.- Me gusta mucho la forma en que las mujeres hacen comentarios, desarrollan temas y emiten juicios. Son dulces, directas y sinceras, claro, cuando escriben como mujeres y no cuando en plena competencia con los hombres, lanzan insultos, usan palabras ofensivas –no digo malas ni buenas—y maldiciones que, estoy seguro, ellas consideran como de almas liberadas.
Antes, era lenguaje de rufianes y se intentaba mantenerlo fuera del hogar y lejos, muy lejos de los menores de edad. Sociedad pacata, dirán, pero respetuosa en extremo, considerada con las personas mayores y defensora de los infantes y, claro, de las damas.
Leo lo más que puedo lo que escriben las periodistas. Con muchas de ellas no sólo siento afinidad en las formas sino en los contenidos, aunque pueda darse el caso de no estar de acuerdo con la opinión. Pero insisto en que forma y fondo son geniales.
Tengo la absoluta conciencia de que este texto disgustará posiblemente a la mayoría de las escritoras que, repito otra vez, han hecho de la voz popular, el lenguaje vulgar (de vulgo) y hasta las expresiones de doble sentido, antes llamados calambures o sencillamente albures, un estilo personal.
No descarto el uso de tales formas en las creaciones de tipo personal. Una novela, un ensayo o un reportaje dedicado a quienes así se comunican, pero su uso en textos habituales o comentarios sobre temas de actualidad resulta no sólo lastimoso sino evidencia una falta de recursos lingüísticos. De idioma, pues.
Como bien decía el inolvidable Humberto G. Tamayo en su programa de un hombre solo, dejo ahí mi honra para que la hagan pedazos… mujeres divinas, dice la canción.
2.- Con un frío verdaderamente salvaje, en el que puede ser que el termómetro marque un par de grados sobre cero, pero el viento que se cuela por todos lados, sin violencia, cierto, pero con una constancia cruel, hace que la sensación sea propicia para tierra de pingüinos.
Curioso: el manto verde se extiende hasta donde la vista alcanza. Hermoso panorama porque se trata de tierras de siembra que a pesar del horripilante cierzo no se marchitan. Temprano, a las 07:00 de la madrugadísima, se escucha a los hombres ir al campo. Todavía hay oscuridad, pero ya despunta en el horizonte un sol rojizo que tiñe la tierra y le da vida.
Hago fe de honestidad: todo esto me lo platican, porque si a mediodía no me atrevo a sacar las narices a campo abierto, menos lo haría en estas heladas mañanas. Dos problemas, uno, el aire transparente, puro y que se siente vivificador, que revive a quien lo respire y dos, que no importa cuánto se eche uno encima; soy de tierras cálidas, no puedo remediarlo.
Quizá debería pegarme un rato cada día a los escapes de los tractores para nivelar mis dosis cotidianas de veneno automotriz. Es increíble, pero la respiración de este aire enfría hasta los pulmones.
Hay fiesta por todos lados. La Virgen de Guadalupe es la constante; maravilla la devoción de un pueblo que si no es bueno (zona huachicolera) al menos es inocente lo que no es óbice para que el estado, Puebla, esté dentro de los cinco primeros lugares en asesinatos y en particular, asesinato de mujeres. Eso que llaman con el exclusivismo que ha permeado a toda la sociedad, feminicidios.
En contraparte debería haber varonicidios que son, con mucho, más numerosos que los crímenes contra las mujeres. En el gobierno de Moreno Valle que al parecer no le conmueven mucho las damas, hubo una verdadera matazón de jovencitas, especialmente trabajadoras de factorías ubicadas en pueblos de los alrededores de la capital.
Y también con gran acento en las cercanías con Tlaxcala, lo que facilitó el desinterés de los gobernantes de ambas entidades. La mataron en Tlaxcala y la vinieron a tirar a Puebla, decían con asquerosa frecuencia y con total descaro desde el gobernador hasta el más infeliz responsable (es un decir) de resolver esos crímenes.
Queda el tema para la esposa y dícese cómplice de su marido, Moreno Valle. Ericka tampoco resolverá nada, los asesinatos de jovencitas seguirán y los enfrentamientos con los huachicoleros que aceptan duelos a muerte con federales y municipales o estatales, seguirán en todo su apogeo. Quizá mejoren su registro y logren colarse al primer lugar de esta tenebrosa lista de gobernantes criminales.
3.- Dos cifras me han dejado sin dormir. Una de quince mil 500 millones de dólares (multiplicar por veinte para saber cuántos pesos son) y la otra y más brutal, de 45 mil millones de dólares. Igual operación para conocer el daño en pesos.
La primera corresponde a los perjuicios directos que provoca la cancelación del aeropuerto de Texcoco, decisión tomada por don Peje (antes de su advocación de presidente López Obrador) para lo cual imaginó la mascarada de la consulta popular; la segunda es la contabilización que incluye retiros de inversión exterior, cancelaciones de presuntas inversiones y la estimación de lo que habrá de indemnizarse por la suspensión de la obra en Texcoco.
No incluye la idiotez de la construcción de las dos pistas en Santa Lucía, la demolición de las viviendas de quienes allí se asentaron, incluyendo familiares de militares, ni la erección de nuevos edificios para albergar terminales e instalaciones auxiliares.
Tampoco considera la construcción de perjudicial Tren Maya que se inicia en Palenque, cerquitita de La Chingada, el rancho de López Obrador, donde coloca la primera piedra, y donde realiza la consulta a la Madre Tierra que no ha explicado cómo se manifestará sobre el tema. Pero no importa porque ya informó que defenderá el tren a como dé lugar. O sea, las etnias que allí se oponen, los ecologistas que anuncian la extinción de especies tan valiosas como el jaguar y el arrasamiento de millares de árboles, no tienen valor.
Ya lo decidió y así se hará. Gracioso, cuando muchos confiaron que con el arribo de la imaginaria izquierda se defendería el derecho popular a la protesta y a la preservación de riquezas naturales, del patrimonio cultural, de nuestras raíces todas, llegaron los marroncitos y nos dejaron sin un solo medio de defensa. Ni siquiera derecho a la opinión.
A pesar de todo: México, creo en ti…