Este 1 de diciembre México vivió lo que será un día histórico para el país, no solo porque después de 12 años intentándolo, Andrés Manuel López Obrador llegó a la Presidencia, sino porque se trata del primer mandatario emanado de la izquierda.
Desde el inicio de la toma de posesión de AMLO, se pudieron observar marcadas diferencias entre ésta y las ceremonias de sus dos antecesores, Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, la seguridad en los alrededores del Congreso, lugar donde se llevó a cabo el evento protocolario, era mucho menor que en ocasiones anteriores.
Trasladándose en su ya clásico Jetta Blanco, un López Obrador contento y seguro de que «el pueblo lo cuida», bajó la ventana del automóvil y fue saludando a los ciudadanos que iba encontrando a su paso, incluso, un ciclista se aceró a él y le sentenció: «en ti confiamos», momento que quedó captado por su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller.
El recibimiento que tuvo AMLO y Enrique Peña Nieto en su llegada al recinto legislativo fue completamente distinto. Mientras el presidente saliente entró a San Lázaro en medio de gritos de «asesino» y «fuera Peña», al tabasqueño, sus simpatizantes reunidos en las inmediaciones del lugar, le corearon «es un Honor estar con Obrador» y «¡presidente, presidente!».
Un Peña, a ratos desencajado, observó al presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, entregarle la Banda Presidencial a AMLO, con quien tuvo una buena relación durante el periodo de transición pero que durante su discurso de recibimiento no dudó en soltar varias frases que, cuando menos, incomodaron al priista, por aludir directamente a acciones de su gobierno como la Reforma Energética, la Educativa o su política económica.
«En cuanto a la política económica aplicada durante el periodo neoliberal, de 1983 a la fecha, ha sido la más ineficiente en la historia moderna de México», dijo el nuevo presidente para después recordar que se «ha empobrecido a la mayoría de la población».
Además de reiterar los puntos principales de lo que será su gobierno, apoyo a jóvenes, adultos mayores o la austeridad republicana, regresó nuevamente al que fue su lema durante la campaña presidencial de 2006, «por el bien de todos, primero los pobres», ya que su gobierno no «condenará» a las personas que nacen en la pobreza a morir de la misma forma.
Hablando sobre varias de las obras más importantes que promoverá desde su gestión, la habilitación de la base aérea de Santa Lucía como aeropuerto, soltó una frase que se volvió icónica en las campañas, pero ahora frente a cientos de legisladores, medios de comunicación e invitados internacionales.
«En tres años estará funcionando, me canso ganso, además del actual, el nuevo aeropuerto de la ciudad de México, con dos pistas adicionales en la base aérea de Santa Lucía”.
Tras cantar el Himno Nacional, AMLO, los legisladores y sus invitados nacionales e internacionales salieron del recinto. López Obrador rodeado de medios de comunicación como si aún no se tratara del presidente de México, o tal vez, cambiando los acartonados protocolos a los que llevamos años acostumbrados, decidió acercarse a las rejas que separaban al Congreso de los cientos de personas que llegaron hasta el lugar para vivir en primera fila el momento. La emoción de la multitud fue apabullante.
Mientras el nuevo presidente se trasladaba a Palacio Nacional en donde ofreció una comida a los representantes de varios gobiernos del mundo e invitados especiales, la plancha del Zócalo se llenaba de personas, 150 mil asistentes se daría a conocer después.
En la Plaza de la Constitución se vivía un ambiente festivo, personas que habían apoyado al tabasqueño desde el desafuero en 2005 y las elecciones de 2006, pero también simpatizantes que se fueron uniendo a su ‘proyecto de nación’ a lo largo de estos 12 años.
En tanto, en Palacio Nacional se reunían tres mandatarios de la izquierda latinoamericana, con sus diferencias y matices. Posaron juntos Nicolás Maduro, controvertido presidente venezolano cuya visita a México generó protestas por parte del PAN, Evo Morales, mandatario de Bolivia y Miguel Díaz-Canel, presidente cubano.
Finalmente, el momento esperado por ‘AMLOvers’, izquierdistas y ciudadanos decepcionados de las últimas gestiones llegó, AMLO salió al Zócalo para recibir el Bastón de Mando por parte de las 68 comunidades indígenas del país, hecho inédito.
Entre limpias, discursos y regalos, se llevó a cabo esta emotiva ceremonia donde los pueblos originarios mexicanos respaldaron al nuevo presidente, los asistentes al Zócalo, respetuosos y seguramente, aprendiendo mucho sobre la cultura de estos pueblos, fueron parte de la ceremonia.
El discurso, ante los que se reunieron para vivir el inicio de lo que él mismo ha llamado la 4ta Transformación de México, duró más de lo esperado por algunos asistentes que comenzaron a irse del Zócalo capitalino antes de que el mandatario expusiera los 100 compromisos de su gobierno.
Pero hubo muchos miles que se quedaron hasta que finalizó el evento con participaciones de personajes como Eugenia León, Regina Orozco, Horacio Franco y Damián Alcázar.
Fuente: Nación 321