La caravana de migrantes de El Salvador, Guatemala y Honduras caminarán cerca de 60 kilómetros para llegar a Juchitán de Zaragoza, tras salir este martes de Santiago Niltepec, Oaxaca.
El contingente de aproximadamente siete mil personas llegó el lunes a este municipio, proveniente de San Pedro Tenatepec, en el mismo estado, pasaron la noche aquí y desde las 04:00 horas de este martes reiniciaron el viaje.
Esta mañana, en la salida de Niltepec, muchos de los migrantes que viajan solos optan por esperar pipas, tráileres o camiones y subirse a uno de ellos para llegar pronto a Juchitán; mientras que otros que viajan con niños o mujeres caminan por toda la carretera.
Ya cansados pero sin perder la esperanza, continúan su travesía, la cual inició el 12 de octubre cuando en San Pedro Sula, Honduras, un grupo de personas se reunió y se preparó para ir a Estados Unidos, cruzando Guatemala y México.
Las llagas en los pies de Luis García Miranda, originario de El Salvador, dan muestra de los más de 15 días que lleva caminando en su intento, al igual que los miles por alcanzar el sueño americano.
El joven de 25 años de edad dice que dejó su país por la falta de oportunidades y, sobre todo, los problemas de inseguridad que lo obligaron a buscar mejores condiciones de vida para él y su familia, sin importar el riesgo que tenga que correr.
Y es que de acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la violencia expulsa cada vez a más centroamericanos de sus hogares, ya que el número de personas que huyen de la violencia se disparó en 2017.
Datos señalan que el número de solicitantes de asilo y refugiados aumentó un 58 por ciento respeto al año anterior; más de 294 mil centroamericanos solicitantes de asilo y refugiados fueron registrados en 2017, lo que representa 16 veces más que en 2011.
La ACNUR refiere que la mayoría de los que piden protección provienen de Guatemala, Honduras y El Salvador, y registran sus solicitudes en Belice, México y Estados Unidos, y cada vez más en Costa Rica y Panamá.
Fuente: El Financiero