¿Usar animales como armas de destrucción masiva? La revista científica ‘Science’ alertó hace unos días que el gobierno de Donald Trump puede estar realizando modificaciones genéticas a insectos para usarlos en conflictos armados.
En el artículo de la revista Science, el biólogo molecular Kai Kupferschmidt indicó que Washington tiene que justificar a detalle el propósito pacífico de Insect Allies para evitar que sea percibido como hostil por otros países.
Suena como ciencia ficción: un programa de investigación financiado por el gobierno planea crear insectos portadores de virus que, liberados en grandes cantidades, podrían ayudar a los cultivos a combatir amenazas como plagas, sequías o contaminación” se puede leer en la publicación.
La investigación puede ser una violación de la Convención de Armas Biológicas (BWC, por su sigla en inglés)”, argumenta el artículo.
Por su parte, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de la Defensa (Darpa), responsable del desarrollo de tecnologías militares estadunidense, indicó que simplemente está tratando de alterar los cultivos que crecen en los campos mediante el uso de virus para transmitir cambios genéticos a las plantas.
Sin embargo, la agencia estadounidense reconoce que puede existir un doble uso de la tecnología, algo que, consideran, siempre acompaña a una novedad como esta.
Luego de la publicación de este artículo, el Departamento de Estado defendió el programa y señaló que tiene fines pacíficos y no viola la BWC, y el Departamento de Agricultura indicó que sus científicos forman parte de los estudios que son realizados en laboratorios cerrados y no representan peligro ambiental.
La técnica que propone este proyecto del departamento de Defensa podría ser utilizada para mejorar las cualidades de algunos vegetales -como se dice oficialmente- pero también podría servir para destruir vegetales y cultivos (como hizo el ejército de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam con productos químicos) o crear variedades perjudiciales para el medio ambiente o los seres humanos de zonas o países considerados enemigos.
Fuente: Excélsior