En 2016, cuando dos periodistas deportivos españoles viajaron a Selfoss, al sur de Islandia, le pidieron al recepcionista de su hostal si podía ayudarlos a buscar a Heimir Hallgrímsson, el director técnico de la selección de fútbol de ese país. El recepcionista abrió el listado público de dentistas, encontró el teléfono de Hallgrímsson y, así de fácil, concertó una cita con él.
Ahora, ante el debut en Rusia de la selección islandesa, el 16 de junio contra Argentina, Hallgrímsson ya no pasa sus días viendo las muelas de sus pacientes, sino pensando en cómo frenar a Lionel Messi.
El 16 de junio en el estadio de Spartak, en Moscú, tendrá el apoyo de unos 4000 islandeses. El sector más ruidoso será Tólfan. Esa barra es conformada por los hinchas con los que el técnico-dentista se reúne desde hace años para informarles sobre la alineación y el esquema, como también lo hizo el año pasado antes de cada uno de los partidos eliminatorios en Reikiavik que llevaron a Islandia a clasificar al primer mundial de su historia.
“Tólfan significa el duodécimo hombre”, dijo en entrevista Sveinn Ásgeirsson, vicepresidente de Tólfan. “También consiste en dos palabras: tol [de tool en inglés, o herramienta], lo que a veces somos, y fan”.
Hallgrímsson, también exjugador que vive en las islas Westmann, comenzó a sostener reuniones con Tólfan en la antesala de un amistoso contra el reino de las Islas Feroe el 15 de agosto de 2012, con la intención de generar más entusiasmo por el equipo. En ese entonces era ayudante de Lars Lagerback, el técnico sueco que dirigió a la selección de Islandia. Tólfan estaba conformado por apenas entre doce y quince hinchas que se reunían en Olver, emblemático bar deportivo donde aún se junta la barra.
“Les dije que, antes de cada partido en casa, pasaría por el bar y les reportaría sobre lo que íbamos a hacer”, dijo Hallgrímsson a la página web de la FIFA. “Serían los primeros en conocer la alineación, en enterarse de cómo pensábamos jugar y les enseñaría el video que había montado para motivar a mis hombres exactamente al mismo tiempo que lo veían los jugadores”.
Los hinchas pasaron a ser cientos. Y la asistencia al estadio Laugardalsvöllur, a quinientos metros de Olver, se triplicó: las tribunas, con capacidad para 15.000 aficionados, ahora lucían repletas. La Eurocopa de 2016, primera de la selección islandesa en toda su historia, consolidó el fenómeno. Casi el diez por ciento de los 330.000 habitantes islandeses viajó a Francia a apoyar a su selección, que logró un triunfo histórico ante Inglaterra en octavos de final.
Tólfan, fundada en 2007 por Styrmir Gíslason, celebró esa victoria con un canto de guerra vikingo, aquel que escucharon por primera vez de los hinchas escoceses del club Motherwell en un partido de copa europea ante Stjarnan. “¡Vamos a ganar vikingos, honren su nombre!”. También se rumora que el origen de los aplausos y cántico es la película 300, adaptación fílmica de un cómic en la cual la armada espartana entona gritos similares antes de ir a la batalla contra los persas.
Cuando Lagerback se fue a dirigir a Noruega tras la Eurocopa de 2016, Hallgrímsson, ahora DT titular, se planteó si seguir yendo a Olver. Decidió continuar con la tradición.
“Ir al bar con los aficionados y luego reunirme con el equipo en el estadio ahora forma parte de mi rutina antes del partido. Y me gusta”, dijo el DT a la FIFA. “Me siento bien al hacerlo, no interfiere con el trabajo que debo hacer con el equipo y creo que los aficionados lo aprecian y lo agradecen de verdad”, añadió, al descatar que cree que la afición “se merece algo extra” a ver el partido.
Una vez Hallgrímsson incluso llevó a Olver al capitán Aron Gunnarsson, lo que reforzó más el contacto con el equipo. “Construimos una relación única con nuestros fans y mi visita al bar se convirtió en una dulce tradición islandesa. Me encanta mantener eso que nos hace únicos”, contó el director técnico a ESPN en un documental reciente sobre la clasificación de la selección a la copa.
La selección lleva cuatro años sin perder en Reikiavik: catorce triunfos y dos empates. Y la última reunión en Olver fue el 9 de octubre pasado. En el bar había unos seiscientos hinchas, según asistentes, que cuentan que Hallgrímsson conectó su computadora a la pantalla y explicó la formación y el esquema. Horas después, Islandia le ganó 2-0 a Kosovo y se clasificó al mundial.
“Las reuniones son básicamente las mismas que tiene el equipo nacional, tal vez sin tantos detalles”, dice Ásgeirsson, “pero recibimos el once inicial dos horas antes del partido y tenemos alguna perspectiva de cómo va a jugar el equipo. Eso es todo lo que puedo decir sobre lo que pasa en esas reuniones”.
El hincha explica que hay reglas para estar en esa reunión: “No se graba nada, no se permiten imágenes, nada puede filtrarse en Twitter, Facebook, Snapchat o cualquier otra red social. Revisas a cada chico y te aseguras de que no está filmando ni tomando fotos. Ha funcionado bien en todo este tiempo y lo vamos a mantener así”.
Lejos de Reikiavik, la rutina no podrá seguir en Rusia. Pero, según Ásgeirsson, gracias a las reuniones pasadas Tólfan tiene muy presente que “el equipo nacional significa hermandad, amistad, fuerza y unión” también con ellos y que, cuando Islandia sale al campo, “no son solo once jugadores, somos doce”.
Uno de los periodistas españoles que buscaba a Hallgrímsson en 2016, Víctor Cervantes —coautor con Axel Torres de El faro de Dalatangi, un libro sobre el fenómeno de la selección islandesa—, dijo en entrevista que los fanáticos “viven los éxitos del equipo como un premio, un regalo, un honor de cara a reivindicar su pequeña nación”. Y no solo se trata del fútbol, señaló, pues “cuando un deportista, un actor, un cantante triunfa en el mundo, es como si lo hiciera Islandia entera”.
Cervantes destaca la importancia de las reuniones de Hallgrímsson con Tólfan, pero también el trabajo previo de Lagerback y la mayor inversión económica de la federación de fútbol islandesa para construir instalaciones techadas, clave en un país con nueve meses de frío intenso. La dura selección vikinga, que perdió sus dos últimos amistosos ante México y Perú, espera confiada a Argentina, y Messi tendrá que enfrentar a una armada espartana.
Fuente: NYTimes