Carlos Ferreyra
…son parte de lo mismo, no puede haber un destape sin que de inmediato se suelte la bufalada, la cargada en la que todo mundo pretende hacer notar, dejarse ver y hacer saber al bueno, al presunto futuro mandatario, que estuvo en el momento preciso en el lugar adecuado a su lado en apoyo a su candidatura.
El dibujo es acertado. Los hombres del poder se aprestan a unirse para sacudir hasta la agonía a los ciudadanos, mientras acuerdan repartos y prebendas en la cercanía del futuro tlatoani. Que en esta ocasión no la tiene tan fácil ni mucho menos garantizada.
En la campaña de José López Portillo surgieron Los Búfalos de Salomón Faz Sánchez, dirigente ganadero de mucha cercanía con el candidato. Por cierto, aspirante único al bat que ante las críticas de los medios aclaró que le bastaba su voto, uno solo, para treparse a la Silla del Águila.
Así se empezaron a hacer populares, mucho y se generalizó el apodo de los búfalos y a los motines causados por estar cerca del ungido, se le empezó a llamar bufalada.
Cada destape siendo en esencia igual, tiene características particulares; en un pueblo perdido al norte de Durango, en la explanada donde se había improvisado un templete, se esperaba que recibieran al candidato con ovaciones, gritos de entusiasmo, matracas y los comparsas del Sindicato Ferrocarrilero con bocinas de aire comprimido que emitían un sonido espantosamente fuerte igual al de los trenes.
Los habitantes del pequeño poblado estaban furiosos, nadie hacía caso a sus quejas, por lo que decidieron manifestarlas al candidato. Con mantas de lado a lado del mitin, mostraban sus razones y con franqueza lo mismo mentaban la madre al gobernador que al candidato.
Los búfalos sugirieron a uno de los comitivos, Jorge Schiafino, interviniera. El hombre, listo, se ganó inclusive una diputación federal y fue dirigente del PRI en el DF. Anunciaba la cercanía de López Portillo. Y luego retaba: “los norteños son gente sincera y sin ocultamientos; son valientes. Les pido que bajen las mantas, que el candidato les vea la cara y les hable de frente”.
La verdad es que quien les vio la cara fue Jorge. Bajaron las mantas, el candidato no supo que le refrescaban su progenitora y tampoco se enteró que había protestas por abusos del gobernador y el munícipe.
Antes de su destape y como reportero de Ultimas Noticias de Excélsior acudí al PRI nacional en busca de una pista. Julio Scherer había ordenado que en las caricaturas al tapado le colocaran una patita de sus lentes asomando de la bolsa del pañuelo en el saco. Creo que era más que evidente.
En el primer piso del partido topé con Fidel Velázquez, al que le correspondía turno porque el destape anterior fue a cargo de Augusto Gómez Villanueva y la Central campesina tricolor. Lo saludé, tuvo la gentileza de detenerse y oirme. Respondió que no era tiempo y de allí se fue a dar la buena nueva al presunto.
Me fui a comer con Abelardo Martín, compañero de redacción. Al salir del comedero en Balderas con espanto vi que mi periódico anunciaba la candidatura de López Portillo. Y mi nota reproducía lo que comentó don Fidel. Obviamente no la consideraron.
Ángel Trinidad Ferreira fue el autor y la información la recibió como reportero de guardia un güerito, Pedro Contreras Niño, hermano de un torero de Mixcoac. Oportunista y abusivo, la firmó con el autor de la nota ganada a los demás periódicos.
El rito, con personaje distinto, se conserva. Hoy no fue Fidel Velázquez sino Videgaray. Y la confirmación no fue del partido sino del macizo, del preciso, del dueño del balón también conocido como presidente de la República.
Cuando Carlos Salinas de Gortari, hubo adelantados mientras en las rejas del tricolor centenares de supuestos petroleros y petroleras se manifestaban con cacerolas e insultos contra el que consideraban su enemigo y a quien le habían publicado un cuadernillo con la historia del asesinato infantil de Manuela, la sirvienta.
Despistados, Silvia Hernández, senadora queretana y otros más, incluyendo gran número de periodistas, se fueron a felicitar a Sergio García Ramírez quien, educadito como es, los conminó a que regresaran al PRI y se dejaran de imbecilidades.
La noticia se había dado por radio, por lo que el líder del gremio, Netzahualcóyotl de la Vega, debió salir a los medios, desmentir todo y anunciar, allí sí, la nominación de Carlos Salinas de Gortari. Con Patrocinio González Blanco y Miguel Ángel Granados Chapa, nos manteníamos en las tribunas al fondo del estacionamiento del PRI, con la duda del nombramiento de García Ramírez. Y le atinamos.
Los que ya lucían un botón en la solapa con el nombre del ex procurador, tuvieron que esconderlo, desaparecerlo y lucir su mayor sonrisa para que los viera Salinas de Gortari que, ¡oh milagro! apareció sorpresivamente en el acto.
Mucho antes y por boca de un queridísimo amigo personal suyo, Mario Moya Palencia nos confirmaba la casi seguridad de su nominación. Múltiples incidentes lo impidieron y lo forzaron a mandar al incinerador los carteles, las mantas y toda suerte de papelería de apoyo a la inminente campaña. Pero esa es otra historia cuya confirmación la obtuve del propio aspirante en un viaje que hicimos, juntos, por España.
Tengo la impresión que con variantes mínimos se sigue respetando el rito del destape, pero ahora sin la exclusividad de los tricolores sino por parte de todos los partidos. Inclusive los que amafiados pretenden sacar de la manga candidato.