El colapso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) probablemente dañaría, pero no haría descarrilar, la economía del continente y los modelos de negocios de las corporaciones globales.
Tal es la conclusión de los economistas que tratan de prever la vida después del acuerdo vigente hace 23 años, en tanto negociaciones cada vez más tensas sobre cómo reformarlo alimentan las versiones de que el presidente de Estados Unidos (EU), Donald Trump, cumplirá su amenaza de retirarse.
Sin el TLCAN, Estados Unidos y México se cobrarían uno al otro los aranceles más altos que imponen actualmente a otros miembros de la Organización Mundial del Comercio. Estos ascienden a 7 por ciento en promedio en México y 3.5 por ciento en Estados Unidos, aunque Canadá y EU podrían recurrir a un acuerdo de libre comercio previo al TLCAN.
Un aumento de los impuestos podría afectar el crecimiento, costar empleos y elevar la inflación en los tres países. Bloomberg Intelligence y Moody’s Analytics predicen que el más golpeado sería México.
Pero ninguno de los países se vería empujado a una recesión, según Moody’s. La agencia proyecta que lo peor se daría en los dos primeros años posteriores al fin del tratado, suponiendo que Estados Unidos y Canadá trabajen en un acuerdo bilateral.
“Será algo malo para las empresas, pero no catastrófico”, dijo Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics. “Perturbará las redes de suministro”.
Consecuencias
México ha sido el más beneficiado por el pacto de los tres países. Varias empresas, desde General Motors hasta Caterpillar, transfirieron la producción al sur de la frontera con Estados Unidos para aprovechar los salarios más bajos, lo cual ayudó a México a estabilizar su economía tras la crisis de deuda de los ochenta.
El país también es el que más tiene que perder si se termina el TLCAN. México perdería casi 1 millón de empleos de baja calificación, en comparación con poco más de 250 mil en Estados Unidos y 125 mil en Canadá, según ImpactEcon, consultora económica con sede en Colorado. Su estimativa no supone que se mantenga el tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Canadá.
De manera parecida al impacto que se anticipa para la separación entre el Reino Unido y la Unión Europea, quizás el mayor obstáculo para las empresas no sean los aranceles.
El fin del pacto desmantelaría el sistema de tribunales independientes que rigen las inversiones en el continente. Por ejemplo, las empresas estadounidenses perderían una protección que impide que Canadá y México confisquen sus activos.
Producción
Algunas empresas probablemente transfieran su producción de nuevo a Estados Unidos si Trump se retira del acuerdo, dijo Michael Stumo, máximo responsable de Coalition for a Prosperous America, una asociación sin fines de lucro que apoya el escepticismo de la administración respecto del libre comercio.
Sin embargo, enfrentar los desequilibrios cambiarios sería una forma más duradera de modificar los flujos comerciales, agregó.
Pero otros sostienen que las empresas simplemente transferirían la producción a centros de producción de menor costo en Asia en vez de devolver a Estados Unidos a su edad de oro como fabricante.
“Es improbable que el fin del TLCAN genere mucho empleo en Estados Unidos”, dijo Michael McDonough, director global de investigación económica de Bloomberg Intelligence.
“Las empresas probablemente transfieran las subidas de precios al consumidor en vez de gastar miles de millones durante varios años para volver a llevar la capacidad a Estados Unidos”.
Fuente: El Financiero