Por Carlos Ferreyra
Dicen que también de dolor de canta cuando llorar no se puede… así lo afirmaba en una dolida melodía Pedro Infante mientras lanzaba sus versos y sus lágrimas al viento.
Así canto mientras recuerdo que en Morelia las sucesiones son normales. A partir del emperador Agustín de Iturbide, nativo del Valle de Guayangareo y cuyos descendientes se saben, se comportan y reclaman el perdido trono.
Mucho tiempo sin acudir al nativo solar, pero en los viejísimos tiempos, años 40 del siglo pasado, entre la plebe, el pueblo común, se guardaba una especia de veneración hacia Iturbides y otras familias de igual calidad: pienso en los Ibarrola, abogados todos, vistos como seres del supramundo aunque su labor nunca fue la docencia, por ejemplo, sino la riqueza en un oficio del que alguien dijo acertadamente: no estudié derecho para no vivir chueco.
En esta tradición, adquirida por derecho intrapiernoso, debemos poner en primerísimo lugar a los Cárdenas. Don Lázaro, incontrovertible pero con una familia abusiva y en la más reciente edición, inclusive ladrona.
Después de presidente, dejó en el gobierno de Michoacán a Dámaso, un generalote que gobernaba desde Guadalajara y que hizo y deshizo en una entidad en la que no tenía el menor interés. Dejó como herencia, eso sí, un periódico cuyo propietario resultó un lechero cuya descendienta se atribuía al mandatario.
Alberto, otro hermano general, lo nombró –aunque él no otorgaba tales calidades influía para que se concedieran—jefe de Zona Militar en Jalisco sustituyendo al general Gabriel García Márquez que en insólita protesta, se descerrajó un balazo en la cabeza en pleno centro de la ciudad, al mediodía y dejando un delicado documento en el que acusaba al Cárdenas en cuestión de desviaciones en su conducta íntima.
Todo lo sucedido en torno a la familia Cárdenas, vale la puntualización, no demerita a don Lázaro, ícono histórico de nuestros aconteceres patrios.
Enviado como estudiante a Cuba, Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del que también fue gobernador de Michoacán, del mismo nombre y además subsecretario de Agricultura, senador y fundador del PRD, cursó en la isla una licenciatura en instrumentos de percusión.
Y claro, quiso y fue gobernador de Michoacán, donde dejó algo más que un desastre. Desde tal posición cuidó de la dinastía Sahagún a cuyos hermanos de la esposa de Vicente Fox, financió un par de hospitales privados y a su hermana un fideicomiso similar a Vamos México, aunque éste a nivel regional.
El menor, de nombre Lázaro, se dedicó al coyotaje, y en ninguna parte mejor que en Michoacán; lo nombraron responsable de la reconstrucción del Teatro Melchor Ocampo (seguro se llama así, allá todo se llama así o Morelos, la opción) en cuya obra tardó tres años más de lo previsto.
Y lo dejó inconcluso, gastó todo el presupuesto más un par de ampliaciones exigidas en su momento, sigue sin terminar pero hoy la obra enfrenta a un furibundo ex director que la demandó por incumplimiento en los pagos comprometidos. Y seguro gana el pleito.
Hay otras dinastías, una de ellas la Calderón en la que el fundador del PAN, padre del ex mandatario, debió separarse por la actitud del hijo, de la nuera y de todos los militantes panistas que lo rodeaban. Renunció al partido y murió casi en abandono. Eso fue célebre en Morelia donde le tenían gran respeto a don Luis Calderón.
Con la Presidencia de Felipe Calderón, Michoacán pretende crear nueva dinastía. Se busca olvidar la mala –buena para algunos—administración calderonista, los incontables muertos, los llamados daños colaterales a los que él ha hecho referencia sin dolor alguno, de los miles de desaparecidos, los centenares de fosas clandestinas con millares de cuerpos sin identificar. Del país, pues, en estado de guerra.
En una entrevista de televisión, una senadora, ex dirigente local panista, ex delegada y más, Mariana Gómez del Campo, anunció con satisfacción que la candidatura de Margarita Zavala Gómez del Campo a la Presidencia de la República, marca “el tiempo de las mujeres”.
Sin ocultarlo, presume de su parentesco con la pretensa a Los Pinos, y tras recalcar que es su prima, señala que con Margarita en la Presidencia y ella en el gobierno de la Ciudad de México, llegará el cambio verdadero…