POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
En unos días más serán celebradas las elecciones Generales en Alemania, el próximo 24 de septiembre, además de la renovación de las fuerzas parlamentarias en el Bundestag, la actual canciller Angela Merkel podría ver cumplido su nuevo sueño: quedarse por cuatro años más.
En lo que Merkel refiere como “el partido de su vida”, haciendo el símil al juego de fútbol, ella requiere más votos a favor (no goles en contra) para alcanzar su cuarta reelección.
La política de Unión Demócrata Cristiana (PDC) sigue contando con el apoyo mayoritario de la ciudadanía, muy a pesar de que la economía germana también sangró con la larga crisis de la Unión Europea (UE).
Ante la imposibilidad de devaluar la moneda del euro, el golpetazo en seco fue a parar en los costos fijos de las empresas y los empresarios, siendo el factor trabajo el más afectado; tanto obreros como profesionistas vieron mermar su poder adquisitivo, perder derechos y sobre todo, millones de personas se quedaron en la calle.
Alemania no estuvo exenta de este drama: Merkel ejerce al frente de la Cancillería desde 2005, tres años después, la UE declaraba oficialmente la entrada a una espiral de crisis económica sin precedentes.
Así es que prácticamente, a esta política brillante de 63 años de edad, le ha tocado tomar decisiones in extremis, en momentos torales y álgidos tanto en lo interno como en lo externo. Porque encima de todo también ha debido liderar la recuperación de la UE.
El bono Merkel cotiza alto porque ella vende confianza “haré lo que estoy diciendo, no puedo prometer lo que no haré”, y esa forma de ser, coadyuva a la digestión tanto de los mercados financieros como de los inversores externos.
Y digamos que tiene muchos puntos a su favor: su capacidad diplomática, buscando conciliar cuando hay que hacerlo pero también sabe apretar las tuercas cuando es necesario; no se tienta el corazón, sin embargo, no es despiadada ni inquisidora como Theresa May, la primera ministro británica.
Tampoco deja de tener sus críticos, sobre todo los rupturistas y los militantes de izquierda y derecha extremas, que no dejan de llamarla “madrastra” o acusarla por ejercer de “mandamás” en Europa.
Sea como sea, Frau Merkel tiene un doble mérito: haber gestionado lo mejor posible la dura etapa de la crisis en Alemania, tomar las mejores decisiones en compañía de sus consejeros financieros para reactivar el empleo, la producción y las exportaciones; pero, primordialmente haberse convertido en la bisagra clave que impidió que la UE se derrumbara justo cuando la consumación del Brexit se alzó como espada envenenada para clavarse en el corazón de la Unión.
A COLACIÓN
Internamente no ha sido nada fácil la reactivación del empleo a través de la fórmula de los minijobs que son trabajos temporales, flexibles, casi siempre de media jornada y con escasas prestaciones –más bien mínimas- pero altamente rentables para el empresario por sus menores costos a la hora de recortarlos.
Ha sido una polémica medida pero que de primera instancia ha resucitado el empleo en una economía que tiene bajas tasas de desempleo y que no enfrenta la delicada situación de paro que tiene Grecia y España.
Polémica ha sido la acogida de los refugiados sirios, hay consultores que creen que la canciller Merkel favoreció un “efecto llamada” después de una aparente política de brazos abiertos hacia los sirios que huyen de la devastación en su dañada nación.
También se aduce en cierta medida que al Brexit únicamente le faltaba una patadita, como si fuese un balón aguardando por meterse a la portería y esa patada la dio Merkel al proponer (imponer) en la UE una política de reparto de cuotas de refugiados entre los 28 países miembros.
A los pocos meses, el primer ministro inglés David Camerón, aceptó la consulta por el Brexit en aquel verano caliente (e histórico) de 2016; y también es verdad, los países de Europa del Este tradicionalmente xenófobos y racistas se negaron a los cupos Merkel.
De quedarse a gobernar por otros cuatro años (como al día de hoy apuntan todas las encuestas), la canciller más poderosa del mundo deberá lidiar con el tema de la integración de los sirios en su país porque al menos se ha quedado con casi medio millón más todos los que siguen pidiendo asilo. Deberá enseñarle a la UE el camino para integrarlos a la sociedad en momentos en que los extremismos están usando a las primeras y segundas generaciones de musulmanes nacidos en Europa para provocar terrorismo en contra de otros europeos… como ellos.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales