Andares Políticos
Benjamín Torres Uballe
Apenas el mes pasado escuchamos al presidente Enrique Peña Nieto referirse con optimismo, en los siguientes términos, a los datos laborales dados a conocer por el IMSS, correspondientes a junio: “Estas cifras son relevantes porque, más que cualquier otro indicador económico, el empleo se ve reflejado directamente en el bienestar de las familias”.
“Nuevamente se trata de cifras históricas: el número de nuevos empleos en el mes fue de 86,233 trabajadores…”, enfatizó el mandatario, y concluyó su mensaje afirmando que “éste es, sin lugar a dudas, el sexenio del empleo”. Una afirmación inaceptada, tal cual, por los especialistas.
Si bien la generación de puestos de trabajo durante la administración peñista ha sido relativamente constante y suma más de medio millón de plazas en el primer semestre del año, la información oficial debe ser analizada en el contexto íntegro del entorno de trabajo que prevalece en el país. Es imposible separar la mera creación de empleos con la calidad de éstos. La cantidad no implica necesariamente —y aquí diferimos sustancialmente con la apreciación presidencial— prosperidad en los bolsillos y mesas familiares.
Muestra de ello son los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, del trimestre abril-junio de 2017, publicada este lunes por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). El contenido arroja que en dicho periodo hubo 1.9 millones de personas desocupadas; en tanto, la población subocupada se ubicó en 3.8 millones, mientras la “población ocupada Informal” (sic) totalizó 29.5 millones de personas.
Como puede observarse, al agregar esta variable del INEGI, los resultados del empleo no son precisamente envidiables. Por el contrario, que casi 30 millones de mexicanos trabajen en condiciones de informalidad, sin ninguna seguridad social, es una vergüenza gubernamental. El futuro que espera a esos connacionales es sencillamente catastrófico. Particularmente cuando lleguen a la tercera edad, sin ahorros y sin servicio médico.
Resulta indispensable recordar —quizá no lo sepan con certeza en Los Pinos— que en los 70 años del PRI en el poder y en los 12 del panismo, muchos habitantes de esta grandiosa nación han tenido que buscar trabajo y mejores oportunidades en Estados Unidos, dada la incapacidad de esos gobiernos para producir condiciones laborales que satisfagan las necesidades primordiales con las que una familia puede vivir decorosamente y logre, a la vez, un desarrollo respetable.
Seguir generando de manera automática fuentes de trabajo carentes de salarios dignos, sólo para impactar en las cifras y buscar el lucimiento mediático, en poco ayuda al verdadero crecimiento de México y sus ciudadanos. Es apremiante la creación de empleos productivos con sueldos que permitan a los trabajadores aspirar a mejores niveles de vida y progreso.
Hoy, insistimos, resulta una afrenta que la tasa de informalidad laboral en la república mexicana sea de 56.7% (porcentaje respecto a la población ocupada). Bajo estas condiciones indignas, es imposible mencionar siquiera supuestos avances en materia laboral y salarial. Cubrir sueldos de hambre es una acción inmoral y condenable. Muchos empleos y poca paga en nada ayudan.
Y el gobierno es un mal ejemplo en las perniciosas prácticas laborales. Es un “campeón” a la hora de escatimar seguridad social a empleados que contrata por honorarios para ahorrarse la seguridad social. El referido informe del INEGI lo incluye en la deleznable costumbre, al señalar que la “población ocupada informal” por empresas, gobierno e instituciones tienen laborando a 7 millones 204 mil 584 de personas. De esto, al Presidente no lo hemos escuchado decir ni pío.
TAMAULIPAS DE TODOS, MENOS DEL GOBIERNO
No hay un solo día que Tamaulipas no sea protagonista de la nota roja en los medios de comunicación. Ahí, simplemente, y duele decirlo, no existe estado de derecho. Los diversos grupos criminales han impuesto su ley desde hace años y en el actual gobierno, encabezado por el panista Francisco García Cabeza de Vaca, la inseguridad se agudizó a niveles demenciales.
El lamentable secuestro y asesinato de la ciudadana española María del Pilar Garrido Santamans sólo confirma el caos y la falta de gobernabilidad que impera en la entidad. Reynosa es un claro ejemplo de ello. ¿Alguien se atreverá a poner orden en el estado fronterizo?
MIGUEL ÁNGEL MANCERA Y LA SUCESIÓN
Quien trabaja jornadas intensas debido a su doble tarea como jefe de gobierno capitalino y presidente de la Conago es Miguel Ángel Mancera Espinosa. El mandatario está inmerso en ambas tareas y, además, prepara su quinto informe de actividades que rendirá el próximo mes.
Desde ahora, Mancera Espinosa analiza el terreno para que, después de esa fecha, deje el antiguo Palacio del Ayuntamiento con objeto de concentrarse por completo en su proyecto presidencial y también elegir a su sucesor. Para esto, suenan varios nombres, no obstante, los más viables parecen ser José Ramón Amieva, secretario de Desarrollo Social, y Luis Serna, secretario particular del Ejecutivo. Todo indica que este último será el ungido, pues es gente de toda la confianza y amigo desde niño del doctor Mancera; otro punto a su favor es que conoce perfectamente el estilo y estrategia política del jefe de gobierno. Vamos a ver quién llega.
@BTU15