Los nuevos guardias suizos, estoicos soldados del papa, armados con alabardas y con más de 500 años de historia, prestan juramento prometiendo sacrificarse si es necesario por su Soberano Pontífice.
«Existen dos formas de defender al papa: con las armas y con la fe», resumió, como una evidencia, el comandante de la Guardia Suiza pontifical, Christoph Graf.
La alabarda, que suscita la curiosidad entre los visitantes de la Ciudad del Vaticano, es un arma puramente simbólica. El cuerpo de guardia, con 110 hombres, en ocasiones de civil, dispone también de armas mucho más modernas, cuyo emplazamiento es «un secreto».
El comandante exhibió satisfecho una protección papal insólita en la era de las amenazas terroristas internacionales: «el rosario». «Cada guardia recibe uno», precisó alardeando de su propiedad indestructible.
«Los guardias suizos deben dedicarse como misioneros!», insistió Christoph Graf a los 40 nuevos reclutas que deben prestar juramento este sábado por la tarde (23 suizos germanófonos, 13 francófonos y 4 italohablantes).
Se trata de la armada más antigua del mundo, que nació en 1506 con el reclutamiento de mercenarios suizos, reputados como invencibles por Julio II (el Papa de Miguel Ángel). Además, esta institución está abierta solamente a los católicos.
Este sábado, los nuevos reclutas prestarán juramento de fidelidad al Papa después de haber escuchado de forma continua el texto del juramento que ha leído el capellán: «Juro servir fielmente, lealmente y de buena fe al Soberano Pontificio y a sus sucesores legítimos, dedicarme a ellos con todas mis fuerzas, sacrificando, si es necesario, mi vida por su defensa».
Para entrar en esta familia, en general por un periodo de dos años, hay que ser suizo, católico-romano practicante, soltero, tener entre 19 y 30 años y medir, al menos, 1,74 metros.
Como cada año, la ceremonia de certificación tiene lugar un 6 de mayo, día de la conmemoración de su resistencia en la defensa del papa Clemente VII, durante el saqueo de Roma por las tropas mercenarias de Carlos V (6 mayo de 1527). Durante esta batalla perdieron la vida 147 de ellos.
Dolor físico
Este sábado, sus familias se mezclarán con representantes políticos y militares de la Confederación Helvética, así como con los cardenales.
Los reclutas enarbolarán el famoso uniforme en amarillo, azul y rojo, inspirado en el Renacimiento, colores, estos, de los Médici y los frescos de Rafael. Para esta ceremonia de ostentación, también portarán un casco metálico adornado con plumas de avestruz.
Sin embargo, detrás del folclore se esconde un oficio físico y doloroso, con periodos de inmovilidad de una o dos horas.
Pascal Burch, un guardia germanófono en servicio desde hace un mes, lo constató: «Primero afecta a las rodillas, luego los pies duelen mucho y después los hombros». Pese a ello, el joven de 21 años describe el trabajo como «variado e interesante» y espera «reforzar un poco su fe y vivir una gran experiencia» en la vieja caserna vaticana.
«Hay momentos de dificultad física, te preguntas cosas pero resistes por la fe», manifestó su camarada francófono Dylan Voirol de 24 años, un veterano que llegó a la guardia hace 11 meses.
Fuente: Milenio