Gabriel Casillas
El fin de semana pasado se llevaron a cabo las reuniones anuales de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM) en Washington, DC, EU. En esta ocasión, los temas que más se discutieron en las reuniones giraron en torno a cuatro “P’s”: Productividad, política, populismo y proteccionismo. Pensando en que el mundo es un lienzo desigual, con una gran cantidad de ideologías, en donde se han generado conflictos ancestrales, considero que el estado de estas cuatro “P’s” determina en gran medida la estabilidad (o inestabilidad) geopolítica. ¿A qué me refiero? En pocas palabras, “el hilo conductor” que percibí es el siguiente: Debido a que en los últimos años la productividad no ha crecido como solía hacerlo, el grueso de la población no percibe crecimiento alguno, a pesar de que los datos de crecimiento han ido mejorando. Entonces, la política entra en acción para tratar de “corregir” eso. Ante la imposibilidad de generar resultados medianamente inmediatos, políticos que saben cómo proponer soluciones sencillas a problemas complejos (políticas populistas) ganan terreno. Una de las políticas de corte populista es justamente apelar a la nostalgia de un pasado mejor, en donde la globalización comercial y migratoria era mucho menos notoria o en algunos casos casi inexistente, Es decir, proponen el proteccionismo en estos dos ámbitos. En este mismo sentido, generalmente las políticas populistas buscan culpar a algún enemigo por la falta de crecimiento (inmigrantes) y en algunas ocasiones se llegan a cimentar con fundamentalismos ideológicos (racismo, misoginia) o inclusive religiosos, dando pie a movimientos bélicos o hasta de carácter terrorista. Desafortunadamente estas políticas no sólo no sirven para elevar la productividad –por lo que no se resuelve el problema de raíz-, sino que usualmente empeoran varios de los fundamentos económicos que normalmente propician un crecimiento de la productividad. Así, este círculo vicioso da pie a la inestabilidad geopolítica que hoy vivimos. Peor aún cuando éstas ayudan a gestar movimientos beligerantes o terrorismo.
La teoría económica básica dice que el crecimiento económico de un país se debe principalmente al crecimiento de la fuerza laboral y del capital (excluyendo la depreciación de éste). En este sentido, cuando la tasa de crecimiento del PIB excede a la tasa que podría lograrse con ciertos incrementos en las cantidades de capital y de trabajadores, entonces la productividad es positiva. A este tipo de estimación de la productividad se llama “productividad total de los factores”. En los últimos años, diferentes estimaciones apuntan a que la productividad ha crecido muy poco en los países desarrollados. Esta es una de las razones por las que considero que la población en general no percibe crecimiento económico, a pesar de que las variables económicas en varios de estos países, particularmente en EU, han mostrado una recuperación importante desde la crisis financiera global de 2008-2009. A esto también se le agrega el fuerte incremento que se ha observado en el precio de una gran cantidad de activos financieros -en mucho impulsado por las políticas monetarias ultra-laxas que los bancos centrales de estas economías han instrumentado-, aumentando la percepción de desigualdad, que exacerba el sentimiento de falta de crecimiento, desde un aspecto relativo. El FMI ha expresado que la población en países desarrollados, que no se ha sentido incluida en la tendencia de crecimiento global, puede deberse a que se han encontrado “del lado perdedor” del comercio internacional y que no se han podido beneficiar de la globalización. Sin embargo, yo considero que se debe más a la falta de crecimiento de la productividad. Parte de esta falta de crecimiento puede ser una mala medición. Pero al final del día, considero que esa percepción de falta de crecimiento tiene algo de realidad y por mucho que haya errores de medición, la gente “siente” esa falta de crecimiento económico personal, familiar o de su localidad y no creo que sea por estar “del lado perdedor” de la globalización.
Lo que pudiera parecer más extraño es que estamos presenciando una gran revolución tecnológica y que podría pensarse que se está propiciando un incremento de la productividad. ¿Entonces qué sucede? Parte de esto sin duda se queda en lo que no se mide, pero es muy probable que también tenga que ver con que se están produciendo bienes u ofreciendo servicios más baratos, con mejor tecnología, pero que siguen siendo “lo mismo de antes”, pero mejorados. El televisor actual es un televisor. Tiene mejor resolución, es plana o tiene cierta curvatura que mejora la imagen, puede tener 3D, se conecta a Internet, etcétera, pero es un televisor como el que veían nuestros abuelos. Asimismo, ¿De qué sirve que tengamos una computadora millones de veces mejor que la que llevó al Apolo 11 a la luna, si en su mayoría se utiliza para mandar memes a los amigos? Si bien los incrementos de productividad debidos a la tecnología sí se aprecian en muchas empresas ¿Qué tanto la tecnología está incrementando la productividad del ciudadano promedio? En mi opinión, todavía no hemos visto un cambio que provoque un gran cisma el la productividad del ciudadano común, al menos a nivel comercial.
Un tema adicional que deseo transmitirles sobre las reuniones en DC, es que me quedé con una muy buena impresión de algunos miembros del gabinete del Presidente Trump a quienes tuve la oportunidad de conocer ya sea en conferencias o en reuniones. Me parecieron personas razonables, inteligentes, articuladas y sensatas. En este sentido, el tono que utilizaron tanto del Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, así como el líder del Consejo de Asesoría Económica, Gary Cohn, y del Director de la Oficina del Presupuesto, Mick Mulvaney, me pareció muy lejano del populismo y nada anti-México.
*El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional del Estudios Económicos del IMEF.
Twitter: @G_Casillas