Sobre la marcha
Vivimos tiempos inéditos con Donald Trump. Sus ocurrencias alteran mercados, relaciones diplomáticas y el alineamiento geopolítico establecido.
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Cómo jugarle a Trump es ejercicio de instinto e información. Equilibrio para atinar qué tanto está dispuesto a comer fuego el locuaz personaje. Impredecible y peligroso, factor real de poder que ayer tumbó las bolsas de valores en su mercado.
Dicho lo anterior, el actuar del gobierno de la presidenta Sheinbaum puede calificarse, al menos, de adecuado y afortunado. Cada episodio en estos intensos días de acciones ejecutivas que presagian una guerra comercial mundial se ha procesado con cabeza fría.
Luego de la más reciente amenaza fantasma de Trump y la positiva llamada telefónica entre ambos mandatarios, el domingo pasado, lo que sería un mitin para establecer un frente bélico arancelario, terminó en un acto político para refrendar la popularidad de Claudia Sheinbaum.
Y así fue, pero no fue bien. El detalle (no) menor que todo México vio o ha visto en redes y plataformas, fue el momento en que los senadores Adán Augusto López, Manuel Velasco, Alejandro Esquer, ex particular de AMLO; el diputado Ricardo Monreal; la gobernadora del Banco de México, Victoria Rodríguez Ceja y la líder de Morena, Luisa María Alcalde, posan junto al poderoso secretario de Organización del movimiento, Andrés Manuel López Beltrán, para tomarse una fotografía al mismo tiempo que la Presidenta pasaba junto al grupo rumbo al templete desde donde se dirigió a la Nación, ilustró lo que aquí y en muchos sitios se opina, el regateo político interno del que la Presidenta es objeto.
Menos Andy, los involucrados en el desaire a la Jefa del Ejecutivo se disculparon con ella. Que si la emoción, que si el ruido, que si el momento. Las ganas de soñar con un futuro tercer piso de la 4T lopezobradorista seduce y distrae, provoca ruido y opaca los reflejos necesarios para estar al tanto de los pasos de la Presidenta en su evento, en su momento político.
Cada tarea pública y política que emprende la Presidenta revela algo incómodo: tiene más fortuna en los desafíos externos e inéditos, que en los emprendimientos domésticos. Donde depende más de ella, mejor. Cuando los de Morena y la 4T deben ir con ella, peor.
Ejemplo: La iniciativa de reforma constitucional para atajar el nepotismo que no sabe de partidos ni tiempos. No pasó en los términos que ella buscaba, se la batearon para 2030 cuando ella ya no sea. Y fueron los mismos de la foto abajo del templete del Zócalo.
La historia es rica en intentos reales o imaginarios por establecer maximatos tras presidencias poderosas o populistas. Pero no así en casos de éxito. De hecho, lo que se constata en el registro es que resulta complicado ganarle al poder fáctico de la investidura. Ha habido desplantes y desafíos, hasta que a quien manda, se le calienta la cabeza o las circunstancias. No más.
Periodista, director de Emisoras Habladas en Radiópolis.