Desde el punto de vista de

A merced de Trump: José Buendía Hegewisch

Publicado por
José Cárdenas

José Buendía Hegewisch

 

 

Donald Trump cumple su promesa de enfilar al mundo a una “guerra comercial”, lo mismo contra rivales que aliados, como el sheriff decidido a hacer que nadie burle su ley a punta de decretos y aranceles. Lo hace y nadie se salva, algunos preparan alianzas para enfrentarlo como Canadá y la UE, y México se refugia en un moribundo T-MEC para negociar una rebaja de gravámenes ¿Es la mejor respuesta?

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Todo el mundo está sumido en un impasse hasta ver qué sucede el 2 de abril cuando anunciará su política comercial; aunque su “Día de la liberación”, como llama al ataque de aranceles recíprocos, ya comenzó con la industria automotriz. Pero será el momento en que sus socios México y Canadá conozcan el tamaño del daño económico que puede causarles y el resultado de sus distintas estrategias para defenderse, sin obtener resultados muy diferentes.

¿Cuál es más efectiva para enfrentar la perturbación? Trump se siente por encima de la ley y de acuerdos comerciales, y dispuesto a poner a prueba los límites de su poder como afamado pistolero y marshall que pisotea el derecho internacional para imponer su orden, incluido el T-MEC. La “guerra comercial” es su principal apuesta económica, aunque la gran dislocación socave la economía mundial y pueda convertirse en su tumba.

Claudia Sheinbaum ha dicho que prepara una respuesta integral al severo golpe comercial al acero, aluminio y autos una vez que complete sus anuncios arancelarios. Actúa con cautela, sigue el mismo script de López Obrador de evitar la confrontación directa con Trump y guarecerse de los ataques bajo el paraguas del T-MEC para negociar un trato preferente. Junto con un discurso soberanista que apuntale la unidad interna y el respaldo de la base electoral, a pesar de buscar su favor con concesiones en migración y seguridad. ¿es factible que México conteste con aranceles y entre a una guerra comercial de consecuencias impredecibles?

El reconocimiento que Sheinbaum ha recibido del duro alguacil y los halcones de seguridad de su equipo alienta la esperanza de salir mejor librados que otros países de la descarga del garrote comercial con que quiere resolver todos sus problemas; desde el fentanilo a la reindustrialización con la presión a las empresas para regresar a EU. Para muchos, un sueño delirante del que pronto despertarán los estadunidenses como apunta su descenso de popularidad y el castigo de los mercados a sus planes.

México conocerá su destino inmediato justo después del “Día de los inocentes”. Cree que le beneficiará actuar en solitario y desmarcarse de acciones multilaterales, a diferencia de Canadá. Pero el asilamiento puede debilitar su posición y abrir la puerta al abandono del T-MEC por acuerdos bilaterales con EU, que también por su lado Canadá podría pactar para una nueva relación con Trump. Dentro de su estrategia es improbable una respuesta contundente de aranceles recíprocos como los otros, y más bien, golpes focalizados en productos que duelan a estados republicanos. Si tu vecino se da un tiro en el pie, no lo imites, recomiendan a Sheinbaum.

La postura de Canadá es otra y parece dispuesto a ir a una “guerra comercial”, que en los hechos cancela el T-MEC tras acusar a Trump de traicionarlo. Hace alianza con la UE para una represalia conjunta, pero no se aprecia mayor acercamiento con México, en una prueba más del ocaso del tratado trilateral de los tres “amigos” de Norteamérica y del modelo comercial que los une desde hace tres décadas.

México confía en que la situación no sea permanente y se revierta cuando los estadunidenses levanten la voz contra Trump por el daño económico y el impacto inflacionario en sus bolsillos o cuando estime negociar. Pero no ve una oportunidad en la política multilateral para frenar el ataque comercial porque, además, saldría aún más perjudicado con una escalada de gravámenes. Por ello, EU tiene casi la seguridad de que el gobierno mexicano no devolverá el golpe, como llegó a advertir Sheinbaum, y menos si lo que pretende es escudarse en el T-MEC para rebajar el castigo.

La parte más débil de esa estrategia es que el T-MEC camina como un muerto al que nadie le ha extendido el acta de defunción dentro del gran cambio del comercio internacional que desata Trump. Sin mayor interés de cumplirlo, ni preocupación por violarlo, el regreso del bilateralismo con EU nos deja a merced de Trump.

 

 

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