Carlos Urdiales
Sobre la marcha
Quien avisa no traiciona, Trump dijo que iba a designar como organizaciones terroristas a algunos cárteles mexicanos y ayer el Departamento de Estado etiquetó oficialmente al Cártel Jalisco Nueva Generación, Nueva Familia Michoacana, Cártel del Noreste, del Golfo, Cárteles Unidos y al de Sinaloa, como organizaciones terroristas de alcance global.
Catalogados así, los seis consorcios criminales mexicanos, prohijados durante décadas, coludidos con el sistema político anterior, no combatidos por la autodenominada cuarta transformación manteniendo su capacidad corruptora con autoridades de los tres poderes y niveles de gobierno, a partir de hoy serán susceptibles de ser atacados por el gobierno estadounidense en varios frentes.
Su entorno económico, redes para lavado de dinero, trasiego de divisas y arquitectura para movilizar miles de millones de pesos a través de empresas tanto reales como fachada, podrá ser bombardeado con estrictos requisitos de transparencia y trazabilidad financiera desde bancos, casas de bolsa y de cambio que tengan intereses en Estados Unidos.
El apretón en la fiscalización de las rutas del dinero, se va a reforzar con la posibilidad de vetar a quienes a juicio de la autoridad estadounidense colabore con estos seis cárteles mexicanos, sea que ayuden con su plomería financiera o bien que al ceder a las extorsiones y pagar derechos meta legales, incurran en esa categoría. Poco o mucho, su margen de maniobra se verá acotado, la exposición para socios y testaferros se incrementa y encarece.
La declaratoria de estos seis ejemplos de amparo político al crimen, como terroristas, antecedió al viaje del secretario García Harfuch a Washington. Una vez cumplida la amenaza que presagia injerencia, el súper policía mexicano podrá sentarse a la mesa de los funcionarios, representantes populares y legisladores más conservadores e intervencionistas, a dialogar, explicar y tratar de jurar que el piso dos de la 4T dejará de abrazar a la fauna delincuencial mexicana so pretexto de pretender ser todo amor y paz. Ese cuento ya no.
A García Harfuch, a su jefa, al senado y a todo brazo político mexicano toca acotar y encauzar los apetitos guerreros de Trump y su corte. Aceptar discretamente lo que no se hace por incapacidad o por colusión para acomodar los drones, consultores de boina verde, acciones especiales y voluntariosas manos y mentes del tío Sam dentro del marco de irrestricta soberanía nacional que México dice tener y merecer.
La presidenta Sheinbaum cuenta con el respaldo mayoritario del pueblo, es una mandataria sin regateos a la legitimidad de su poder e investidura. Cuenta con un equipo mejor entrenado para lidiar con el segundo mandato de un Donald Trump que juega en todos los tableros del planeta sin nada que perder, apostando fuerte y revirando lo mismo en América del Norte que en la menospreciada Europa o atentando contra el equilibrio comercial mundial al son de aranceles e impuestos locuaces.
Trump cumple. Acá toca descifrar, sin miedo, el nuevo orden.
Periodista, director de Emisoras Habladas en Radiópolis.