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El Miedo a Corregir: María Amparo Casar

Publicado por
José Cárdenas

María Amparo Casar

 

 

Después de los 100 primeros días de gobierno percibo tres regularidades que pienso debieran evitarse para un mejor desempeño de gobierno: oídos sordos a las apreciaciones o comentarios contrarios a la línea gubernamental; culpar al pasado neoliberal de todos males del país sin reconocer e incluso retomar lo que se hizo bien en forma y fondo; asumir que las críticas a la presidenta tienen como trasfondo la misoginia que prevalece en la comentocracia.

Muy al estilo de López Obrador toda opinión crítica, no ideológica sino respaldada en hechos y argumentos, sigue siendo objeto de denostación en la plaza pública. Se le atribuye como propósito último dañar, debilitar o descarrilar al gobierno. Esto ocurre aún con aquellos analistas que no se quedan en los meros cuestionamientos, sino que buscan ofrecer salidas distintas a los problemas que deben ser atendidos como es el caso en la política social, educativa o de salud.

Quizá todavía más grave. Los muchos problemas que aquejan a México se siguen atribuyendo a los famosos 36 años de política neoliberal. Desde la quiebra de PEMEX, pasando por el sistema de salud y educación hasta la violencia. Para muestra un botón. Ante uno de los muchos amenazantes discursos de Trump (‘México está esencialmente gobernado por los cárteles’) la presidenta contesta: “Yo creo que al presidente Trump le malinformaron … yo creo que le informaron que en México todavía gobernaban Felipe Calderón y García Luna pero no, en México gobierna el pueblo”O la respuesta al expresidente Zedillo sobre el Fobaproa y su reforma al Poder Judicial ¡en 1994!

Es como si los yerros del pasado, que sin duda los hubo, redimieran al mal gobierno del sexenio anterior y del que comienza.

Creo que ya debería haber cierta seriedad y asumir lo que se hizo bien y lo que se hizo desastrosamente de 2018 a 2024. Los indicadores hablan por sí mismos. Asumir el gran desabasto de medicamentos, los 30 millones de mexicanos que se quedaron sin ningún sistema de salud, el fracaso de las obras de infraestructura, el peor crecimiento en las últimas tres décadas o la disminución en el pib per cápita. 

Paradójicamente, al mismo tiempo de asumir un discurso machacón de que todos los males provienen del pasado, se idealiza un México y una proyección del país que simplemente no tienen asidero en la realidad. La desaparición de la corrupción, el sistema de salud como el de Dinamarca, la fortaleza de la economía, el mejor destino para invertir, la austeridad republicana, el país más transparente o la mejor democracia sobre la faz de la tierra.

No hay mañanera ni alocución alguna en que no se exalten logros que sólo se encuentran en el discurso y que son materialmente inverificables. De que nada va a cambiar porque así lo decidieron los electores. De que México es grande y que el segundo piso de la cuarta transformación lo hará todavía más poderoso.

La tercera tendencia que se torna más intensa cada día es el de que las críticas tienen un trasfondo misógino. No es así. Cierto que la igualdad de género está lejos de ser una realidad y de que el machismo sigue vivito y coleando, por cierto, también entre los morenistas. Pero ninguno de estos dos rasgos explica la crítica. De haber recaído la decisión del gran elector en un hombre en lugar de una mujer y si ese hombre hubiese tomado idénticas decisiones a las que ha tomado la presidenta -con A-, los señalamientos serían exactamente los mismos. El respeto a las mujeres del que habla Claudia Sheinbaum no se mide por la ausencia de críticas o por dejar de señalar que López Obrador sigue teniendo un inmenso poder real.

Aún con la prudente ausencia pública de AMLO es patente su control sobre el proyecto, el partido, el movimiento y las reformas constitucionales. Así lo planeó y así está sucediendo independientemente del género de su sucesora.

Nadie pretende que la presidenta de un golpe de timón o la vuelta en “U”. No hace falta que nos recuerden que obtuvo el 60% de la votación y que, aunque sea de manera ilegal, es un hecho consumado que la coalición gobernante se haya hecho de la mayoría calificada. Tampoco de que ha dado muestras de que cree pie juntillas en la autocracia que se ha instaurado en el país. Como no cabe duda tampoco de que en ciertas áreas como la política de seguridad se está deslindando en los hechos de la política de “abrazos y no balazos”. Y se le ha reconocido.

¿Por qué entonces el miedo a corregir? Presidenta o presidente, da lo mismo.

Se pueden mantener muchos o todos los principios que vendió López Obrador durante su gestión, pero en serio. Con políticas que den resultados.

 

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José Cárdenas